Una nación fiscalmente justa
Lo que LA NUEVA ESPAÑA del domingo 5 de noviembre titulaba como “Una nación fiscalmente justa y sin privilegios” me animó a darle al teclado para exponer lo siguiente:
Considero que hay muchos motivos para quejarnos del destino que dieron y dan a nuestros impuestos los distintos gobiernos habidos y hay, desde que vivimos en democracia; pero en este momento, al ver lo que está pasando con la política en Cataluña, si a uno se le ocurre dar un vistazo a su última declaración de la renta, de manera automática empieza a dar botes y corre el riesgo de partirse el cráneo al rebotar hasta el techo.
Yo, como tantos otros, pensionista, que comenzó a trabajar a los 14 años de edad sin dejar de haberlo hecho un solo día hasta su jubilación, resulta que hoy cobro una pensión que aun estando a años luz de la pensión máxima establecida, reconoce que su nivel de renta, viendo lo que hay, no está en el tramo de los que no consiguen llegar a fin de mes. Pero aun así, dando un vistazo a mi declaración de la renta 2016, que fue la última que hicimos esta primavera, si voy a la clave 537 de la misma, que corresponde a la cuota resultante anual, es decir, a lo que de verdad quedó en Hacienda a fondo perdido a cuenta de mi pensión, resulta que me encuentro con que 4.090 euros de mi pensión se los llevó el Fisco. Esos miles de euros yo los daría por bien pagados si se destinaran al bienestar de la ciudadanía en general, pero resulta que uno, tristemente, comprueba que no es así. Creo que nadie, o pocos, puede estar de acuerdo en que un solo euro de sus impuestos sirva para mantener tan bien pagados en nuestro Parlamento a tipos como los señores Tardá, Rufián y algún otro representante de la política independentista catalana, que en cuanto abren la boca, en mi opinión, demuestran estar en el Parlamento nacional para ir en contra de los intereses de España como nación y hacer lo imposible para que las cosas vayan cuanto peor sea posible para desprestigio de esta nación a la que demuestran odiar y que tan generosamente les paga, y en pro de la construcción de una supuesta nación catalana y republicana, libre del por ellos inventado “yugo opresor de España” que los tiene maniatados y sin posibilidad de desarrollarse según sus aspiraciones, que convertirían aquella zona del territorio español en un verdadero vergel o paraíso al que “la mala España” no les permite llegar.
Cada vez que los escucho, recuerdo la maldita casilla de la declaración y siento la tentación de declararme objetor fiscal. Después recapacito, y llego a la conclusión de que con ello me pondría a su despreciable altura de mal ciudadano, y sigo pagando mes a mes y año a año, con pesadumbre y resignación, mi cuota alícuota al bienvivir de personajes que, en mi opinión, parece que nacieron como peso de piedra al cuello de esta España que algunos, desde hace siglos, parece que gozarían viéndola hundirse bajo las aguas de los mares que la rodean, cual mitológica Atlántida.
José Luis Álvarez Lauret
Gijón
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