Una comedia republicana
Lo ha sido la proclamada ilegalmente, el 26 de octubre, por el sedicioso gobierno de la Generalidad de Cataluña que presiden Puigdemont y Junqueras, líderes de una demencial rebelión que comenzó gestando el chorizo de Pujol, y que el hábil y escurridizo de Artur Mas, chulo y desvergonzado, sacó esa rebelión a la calle con un gran alarde de gentes y banderas, en un descarado desafío al Estado de Derecho, la Constitución y a todo el pueblo español. Este peculiar personaje, presumidillo y petulante él, es un pavo real ante las cámaras, como hemos visto cuando va a depositar su voto sedicioso en las urnas. Toma el sobre, lo eleva ostentoso y lo muestra a todos antes de introducirlo en la urna. Este Groucho es el mayor responsable de ese lío separatista del camarote de la Generalidad catalana.
Y el Puigdemont, que es la sombra siniestra de Mas y su marioneta, culminó la faena proclamando la república catalana, que duró tanto como la parada de aquel tren del vasco en la estación de Peñamiel. Efímera comedia republicana, con unos pésimos comediantes, cuyo telón bajó el artículo 155 de la Constitución. Esos malos comediantes pueden ir ahora a prisión, de la que, por ahora, se libra el presidente Puigdemont, capitán araña que de España se largó. En Bélgica está ahora, el muy cobarde y felón, que tenía que haberse quedado con los suyos cuando el telón se bajó. Pero no, él se largó a Bélgica y ahora, sus compañeros de comedia republicana, ¡hala!, a comerse el marrón.
Y después de toda esta comedia republicana, obligadas se hacen estas preguntas. ¿Cómo es posible que el gran pueblo catalán, todas sus ilustres y ponderadas gentes, hayan podido consentir que su gobierno cayera en manos de unos indocumentados y malos comediantes, cuya sediciosa y rebelde representación tenían que haberla tenido nada más levantarse el telón (no haber “cohabitado” socialistas y populares con el chorizo de Pujol, y a partir de ahí, leyes y Constitución en mano, haber detenido a tiempo todas aquellas escandalosas e insultantes algarabías callejeras, que eran ya preámbulo de una sediciosa rebelión; pero no, lo que hicieron aquellos gobiernos irresponsables, sobre todo el de Aznar, fue mimar, conceder y dar más perras aún a los comediantes separatistas, que se quitaron a otras comunidades fieles al Estado de Derecho), cuyo telón, tardíamente, lo acaba de bajar el artículo 155, dando paso a unas elecciones en Cataluña el 21 de diciembre.
Y ese día, urnas, una Cataluña española, turrón y una feliz Navidad que nos una a todos dentro de una España democrática y constitucional, que nos permita vivir en paz con un futuro ilusionado y esperanzador.
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