Hormigonando la playa de La Isla
Con el nuevo plan del Gobierno de ayudas a los ayuntamientos para el estímulo de la economía y el empleo hemos visto sin asombro que este país estaba lleno de artistas, ingenieros y arquitectos cuyas obras dormían en lo más profundo de los olvidos, pero hete aquí que ha bastado el saber que contaban con algo de dinero para llevar a cabo sus obras maestras y ponerse manos al asunto, y así está el ejemplo de la playa de La Griega, que era un arenero natural y ha quedado como el salón de nuestras casas. Y lo último es dedicar unos 545.515,36 euros en un proyecto, basándose en dotar y mejorar los servicios a los usuarios de la playa de La Isla (Colunga), como es el de hormigonar la playa. De repente asistimos al levantamiento de un muro escalonado de 200 metros de largo por 1,80 metros de alto y 50 centímetros de ancho a escasos metros de unas casas de planta baja, alrededor del arenal, más múltiples acometidas de tubos como me imagino para instalar farolas, bancos, papeleras, ceniceros de diseño y, por supuesto, una barandilla de acero inoxidable, como ya luce en otra rampa que se realizó este verano para dar acceso a la mar a las personas discapacitadas (ya era hora, por cierto), aunque lo más sorprendente es que esta playa está a nivel cero, con lo que unas esteras de madera más un pasamanos del mismo material habría quedado de maravilla, y no con una rampa de hormigón en la zona más alta. Además, con un bordillo de granito pulido como las encimeras de las cocinas, que, por supuesto, encaja con toda la obra, de lo más hortera. Vamos, la moda «cabichi».
Si realmente se quiere fomentar el empleo, deberían realizarse obras que tuvieran continuidad y mantenimiento, y con ese dinero se podría dar empleo a tres familias durante ocho años ganando 2.000 euros al mes, o realizando un carril bici y de peatones que uniera las playas del entorno (Arenal de Morís, La Espasa, La Isla, La Griega, Lastres), o bien dotando de servicios para colaborar con la gente de mayor edad, etcétera. Esto sí que podría tener utilidad y no atentar contra un espacio natural.
Leemos estos días que primero creamos un muro de hormigón, para detener las embestidas del mar y luego recurrimos a la naturaleza para disimular el impacto creado, pues, ahórrense todo el trabajo y déjenlo como está, por favor.
La verdad que es una obra aberrante y destructora de una zona natural que no se puede embellecer más, y menos de la mano de unos ignorantes que se creen con el derecho de destruir todo lo que cae en sus manos.
Confiemos en que entidades superiores detengan este fiasco.
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