Sueldos y desvergüenza
Según leemos en LA NUEVA ESPAÑA del pasado día 31 de Octubre, sus señorías los diputados asturianos en la Junta General del Principado estudian subirse el sueldo, en 2018, nada menos que un 1,75 por ciento, idéntica subida a la prevista para los funcionarios. Da la impresión de que nuestros políticos regionales no están por la labor de apretarse el cinturón, es como si no vivieran en este mismo país. El sueldo actual de cada diputado, con dedicación exclusiva, es de 3.900 euros mensuales, a lo que hay que sumar las dietas y gastos de kilometraje para aquellos que tengan que desplazarse hasta Oviedo. En algunas ocasiones uno no encuentra palabras para definir hasta dónde llega la desvergüenza de nuestra clase política: resulta que la subida prevista para las pensiones del próximo año ya se anuncia que será del 0,25 por ciento, con lo cual el poder adquisitivo de los jubilados volverá un año más a desplomarse en picado. El sueldo medio de un profesor de instituto está en los 1.300 euros mensuales, incluidos trienios, y el de un médico de la Seguridad Social se mueve en una franja que puede ir desde los 2.000 hasta los 4.000, siempre teniendo en cuenta la especialidad, la antigüedad y las horas extraordinarias. Si analizamos estos salarios y los comparamos con los de un diputado o diputada (3.900 euros al mes, más las mencionadas dietas por kilometraje y gastos de representatividad), a cualquier ciudadano medianamente sensato le tiene que causar sonrojo que la clase política asturiana, con la que está cayendo, se estén preocupando más de subirse sus salarios que de trabajar por mejorar la precaria situación económica que atraviesan miles de familias en Asturias. Hace años en España los padres querían que sus hijos estudiaran una carrera, la que fuese, pues era como asegurarles de por vida un futuro económico digno; hoy, sin embargo, sin falta de ningún estudio superior, los que mejores sueldos cobran por no hacer nada son la clase política. Algunas veces a uno le asalta la duda de si los políticos serán personas normales, es decir, ciudadanos como los demás; como esa gran mayoría de familias que tienen que llegar a fin de mes con poco más de mil euros, eso en el mejor de los casos. ¿Y qué pensarán esos diputados con un sueldo de 3.900 euros al mes, de los miles de pensionistas asturianos que tienen que sobrevivir con una pensión de 600 u 800 euros al mes?
Es una desvergüenza que un ciudadano, en España, tenga que cotizar 35 años para percibir una jubilación mientras que a un diputado le basta sólo con tres o con seis, según el caso, que los miembros del Gobierno, para cobrar la pensión máxima, sólo necesiten jurar o prometer el cargo.
Es una desvergüenza que los diputados sean los únicos "trabajadores" (?) de este país que están exentos de tributar un tercio de su sueldo del IRPF.
Es una desvergüenza el ingente dinero destinado a sostener a los partidos aprobado por los mismos políticos que viven de ello. Y en lo único que se ponen de acuerdo todos es en subirse sus propios sueldos.
Es una desvergüenza que los políticos tengan casi cinco meses de vacaciones al año (48 días en Navidad-enero, 17 en Semana Santa –y eso a pesar de que muchos de ellos se declaran laicos–, más otros 82 días de vacaciones de verano)... País, bendito país.
Manuel Díaz Estrada
Forcinas (Pravia)
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