Yo sí te creo
¿Cómo no iba a creerte? ¿Qué clase de persona sería si ignorase el despliegue de poder de la sociedad patriarcal para enredarlo todo de forma que los verdugos acaben pareciendo las víctimas? ¿Por qué iba a dudarlo? Yo, que he apretado el paso cuando volvía a casa en mitad de la noche, escapando de fantasmas de carne y hueso; yo, que he escuchado todo tipo de comentarios indeseados en un lapso de tiempo mínimo mientras esperaba a una amiga en su portal; yo, que me he cambiado de acera en una falsa sensación de seguridad, que me he escalofriado al oír testimonios de otras mujeres. Yo, que he necesitado de otros y he deseado, con fuerza, tener suerte y gente decente a mi alrededor en esos momentos.
Ojalá alguien pudiese darme algún motivo para no creerte. Alguna razón para considerar que la culpa es de la víctima, de su provocación, de su condición de mujer, de su “inferioridad y descontrol”. Ojalá alguien pudiese argumentar, pero argumentar de verdad, que en una violación la culpa recae en algo más que en quien viola. Pero, ¿sabes? es imposible. Así que voy a creerte, voy a apoyarte, voy a defenderte. A ti, que también soy yo, que, en definitiva, somos todas.
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