¿Sic transit Pepe el Ferreiro?
Si algo hacía perder la bucólica paz de mi rinconín de Grandas de Salime eran las excursiones al Museo Etnográfico. De repente aquella villa, que marca el camino real del Apóstol, se llenaba o de nenos o de «imsersos» o simples visitantes –¡tantos de Avilés!– que nos recordaban que teníamos algo importante que mostrar: nuestra vida, sus usos y costumbres. Y Pepe era feliz. Desde mi ventana veía cómo se empeñaba en multiplicarse y entendí qué significaba la antigua casa de don Antonio: no era su museo, sino el nuestro, ya que todos teníamos parte de nuestra herencia allí, por unas horas nos creíamos importantes. Y el Ferreiro hacía las veces de anfitrión, el guardián de nuestros recuerdos celosamente recuperados. Jornadas memorables de museo: con nuestro arzobispo Osoro, con la siempre recordada Amparo de Valledor, los 50 años de la Presa, la inauguración y bendición de la capilla, la misa y procesión de San Juan, visitándolo con tantos amigos que cayeron por Grandas... Hoy esto es historia, parte ya de nuestras vidas. La lección del museo es clara y sabemos que la mejor es siempre la última: la vida siempre hay que mirarla desde arriba, por eso es de los que luchan, se esfuerzan, resucitan. No merece la pena combatir contra molinos de viento. Amigo Pepe, amiga Olga. Aquella ventana mía hoy es vuestra, y sé que os costará asomaros a ella. Pero queda mucho por hacer: el museo era pequeño, lo que queríais mostrar era Grandas entera y eso ni se cierra ni se vende. No sé cómo podrá ser ese camino o qué vericuetos podrá conocer, pero me alegro al saber que a ambos lados tendréis siempre quien os anime, aliente, proteja. «Sic transit gloria mundi»... seguirán llegando excursiones al museo y otros mostrarán nuestra vida, volverá Grandas a perder jornada tras jornada su bucólica paz, los peregrinos a Santiago se admirarán por nuestra historia ¿Sic transit Pepe el Ferreiro? Por supuesto que no: la semilla está echada, otros recogerán su fruto. Amén (perdón: ¡Haxa salú!).
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