La productividad
Una vez más, “vuelta la burra al trigo”. Esta expresión tan española que utilizamos, la empleo para decir que estoy harto de oír cada año los estudios de productividad de los españoles, pues en comparación con los demás países de Europa, todos los trabajadores de este hermoso país somos “tontos”. Explicación, la de siempre: somos los que más horas trabajamos y los que menos producimos.
Los países que menos horas trabajan al año siguen siendo Holanda, Francia e Irlanda, seguida de Alemania, con unas 1.371 horas trabajadas por un operario durante un año. En España trabajamos unas 320 horas más que estos últimos –o sea, trabajamos dos meses más que ellos– y producimos menos. Cuando lees u oyes estas noticias, te asustas, porque los estudios lo que sí dicen es que lo malo de España no son los trabajadores sino los mandos intermedios, por falta de especialización, por falta de organización y, sobre todo, cuando sólo saben “marear la perdiz”. Jefes de turno, encargados de almacenes, delegados de personal, gentes responsables de la organización de las labores adecuadas para el funcionamiento normal y productivo, son las que de verdad deben tomar conciencia de que su labor está fallando.
En muchas empresas, cuando aparece una persona nueva para desempeñar esas funciones en este cargo e intenta arreglar cosas que para él no funcionan como deberían, suele pasar lo mismo que en el ejército: los de arriba lo permiten, pero no lo consienten, y los de abajo te dicen sí, pero no te escuchan. Llegados a esos momentos en que no los dejan reparar cosas, ellos mismos se desilusionan, y todo vuelve a la vida cotidiana dentro de la empresa. Es una batalla perdida antes de comenzar. La modernización de las instalaciones y la mejora en la formación son base también de un buen funcionamiento y productividad para las empresas.
Si a un periodista le das unas buenas bases de datos, un buen ordenador y una calidad en su puesto de trabajo, su tarea siempre será más fácil, cómoda y rápida; así como en un taller, si te dan tu trozo de chapa y un martillo para cortarlo, será el no va más, puedes pasarte el día dándole martillazos. Otra de las partes muy importantes son los horarios: hoy casi todas las personas –hombres y mujeres–, al salir del puesto de trabajo, tienen muchas actividades para ellos mismos (deportes, especializaciones), para la sociedad (Cáritas, atención social, Protección Civil) y, cómo no, el cuidado y atención de los hijos, o de familiares mayores. Los horarios son fundamentales y cada puesto de trabajo requiere que trabajes por la mañana, por la tarde o bien por la noche y todos debemos adaptarnos para el buen funcionamiento.
Pero una pregunta queda en el tintero: la jornada partida está demostrado que es el turno en el que el trabajador rinde menos en su trabajo, por las continuas paradas, y por volver al trabajo después de comer. No hace falta ser muy listo, en los colegios de los niños este horario está desapareciendo y por algo será: “porque no rinden”. Siempre 2+2 serán igual a 4, pero nunca 2+2-1, saldrá 4.
Un aplauso para todos los trabajadores españoles, que la mayoría de las veces intentáis hacerlo lo mejor posible. Y un tirón de orejas para sus inmediatos superiores, que tiráis las estadísticas por los suelos.
Aladino Fuertes Valdés
La Felguera
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