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Los mayores son más prudentes al volante

29 de Noviembre del 2017 - José Viñas García (Oviedo)

Doña Raquel Casado, jefa provincial de Tráfico en Asturias, no quiere ser menos que la mayoría de cargos públicos que tenemos a suerte padecer. Para demostrarse a sí misma que tiene un talento similar a sus colegas para desempeñar el cargo que ocupa, se le ocurre, se le viene a la cabeza de repente, para justificar de alguna manera la subida de muertes en nuestras carreteras, el recurrir a las familias para que impidan, presionen o prohíban a sus mayores coger el coche, incluso diciendo que les quiten el carné. Claro que añade: aquellas que tengan sus facultades mermadas. ¿Qué facultades, señora Raquel? ¿Las físicas, las sexuales, las de vigor juvenil, las mentales? ¿O quizás las propias de la edad? No la entiendo. Se supone que pasan un control cada año para saber si son aptos para ello ¿Acaso no confía en los profesionales que los dan por válidos y tiene que ser usted la que dicte quién sí o no, según lo vea de envejecido? ¿O dejar que sus familiares se conviertan poco menos que en verdugos de su imaginativa y perversa sugerencia? Algo debe explicar por alarmar de esa forma y devaluar lo más preciado de esta vida: a nuestros mayores.

Lo que teníamos entendido todos nosotros es que, en España, los accidentes son provocados en su mayoría por altas velocidades; siguen despistes por móviles, pitillos, etcétera... por fallos del vehículo, cansancio, climatología adversa, carreteras en mal estado, etcétera. Nos faltaba por saber que existe un añadido ignorado por todos: que los mayores al volante son un peligro creciente y preocupante, cuando no es cierto. Suelen tener experiencia, responsabilidad, templanza, dominio de sus emociones y, cuando se ponen al volante, sólo piensan en eso, sin más asuntos que los despisten.

¡Claro! Me dirá la señora Raquel que ella se refiere a las personas mayores con imposibilidad para conducir. Yo le diré que en la carretera existen muchas más personas jóvenes y maduras sin llegar a viejos que por suficiencia, irresponsabilidad, carencia de control mental, imprudentes para todo, incluso los que creyéndose Fernando Alonso, son el peligro n.º 1 de nuestras carreteras. Que decir de nuestras carreteras abandonadas desde hace años. Luego tenemos los jabalíes, que aunque nadie les pide el DNI, por si son viejos, están también haciendo estragos sin que usted los incluyera en su estadística.

Nos falta saber cuántos siniestros graves y muertos causan nuestros mayores en comparación con los de menor edad, y eso que son muchos los que conducen, gracias a Dios, por ahora, aunque con usted al frente les auguro un periplo de pruebas y exámenes para renovar el carné que no les exigirán a los demás, que sólo pagando y presencia juvenil ya estarán disponibles para salir prestos y dispuestos a competir por ser el rey de la carretera. Creo que la prueba más importante, y nadie la exige, es tener bien amueblada la sesera.

Nuestros mayores tienen mucho recorrido, mucha vida pasada y aunque por vivir menos les quede, no sea usted un impedimento para que ellos se sientan útiles, que lo son. Vivieron experiencias a raudales, ya están cansados, no de conducir, de personajes insufribles e ineptos gestionando, mandando y marcando pautas insolidarias y casi rozando la gerontofobia.

Señora responsable de Tráfico: ¡que poco sabe de familia y de viejos! Los viejos, ya son ellos mismos los que dejan el coche cuando ven mermar sus facultades, sus hijos y pareja ya desde tiempos inmemoriales son los que los aconsejan y convencen para dejar de conducir. Pues viene usted ahora a querer justificarse de la subida de siniestralidad en nuestras carreteras con nuestros mayores ¡Pues no se lo vamos a consentir!

Leí este párrafo en un medio y me pareció adecuado: “Para algunas personas de simpleza superlativa, los seres humanos se vuelven idiotas según cumplen años. Es como si al soplar las velas de la tarta se nos fueran detrás unos miles de neuronas. Salvo que sean ricos y poderosos”.

Ya bastante algunos tienen con sus familiares a la espera de quedarse con sus ahorros y propiedades, para añadirles a éstos la potestad de inutilizarlos antes de tiempo. Eso sí, al gatito y perrito, hay que cuidarlos hasta su último suspiro, a los abuelos inutilizarlos para todo.

Señora Raquel: espero que viva muchos años y que un buen día un familiar le esconda el carné de conducir porque la vea y presienta añeja y vieja.

José Viñas García, Villamiana (Oviedo)

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