Municipales S.S.

29 de Noviembre del 2017 - Alejandro González Lada (URBIÉS)

Me imagino más o menos qué conocimientos, aptitudes y condiciones se pueden exigir a un ciudadano para formar parte de las Fuerzas Armadas del Estado. Sobre la Policía Local, imaginaba que más o menos sería lo mismo. Me gustaría saber si las pruebas psicológicas que se les hacen dan como resultado el perfil de una persona apta para servir al ciudadano, independientemente de raza, sexo, edad o afiliación política.

Después de leer el contenido que se hizo público de los municipales madrileños, dudo mucho que estos pocos que manchan el nombre y reputación de la mayoría sean tan siquiera aptos para limpiar establos, por el simple hecho de que vistas y leídas sus soflamas prohitlerianas, posiblemente acabaran con la vida de los animales y de quienes no comulgaran con su pensamiento.

Sospechaba que la podredumbre política que durante años asoló la capital podría degenerar en todas sus administraciones; lo que no podía imaginarme era que los nazis se hubieran infiltrado en la Policía Local. ¿Cómo puede permitirse que un agente que está para servir al pueblo y sus instituciones se manifieste como un vulgar agente de las S.S.? Esto no se puede imaginar en un país decente, esto es la lepra propia de la marca España, el país de la banderita, que luce patriotas como farolas (sólo dan luz de noche, de día sirven para obstaculizar). Seguimos sin condenar el fascismo franquista, seguimos intentando ocultar las fosas comunes repartidas por todo el territorio, seguimos tratando por todos los medios de ocultar un pasado de asesinatos, represión y dictadura, que con el paso del tiempo tratan de camuflar como un régimen autoritario pero benevolente. Seguimos permitiendo saludos fascistas, conmemoraciones, calles, monumentos y misas en honor del genocida y sus acólitos.

España es una vergüenza para Europa por razones que ahora no voy a enumerar, pero la hipocresía nos lleva a señalar a estados ex comunistas en donde parlamentarios como el polaco Korwin-Mikke o el premier húngaro Víktor Orban, dan buena muestra de la lucidez del pensamiento fascista. Esta muestra no es representativa de la ideología de la UE, pero en países con una cultura democrática consolidada como Francia, con Marine Le Pen, Holanda con Geerts Wilders o Norbert Hoffer en Austria, el fascismo sigue coleccionando esbirros que no hacen más que proclamar su talante xenófobo y, acto seguido, pronunciarse como euroescépticos. ¿Recordamos algo respecto a los tiempos que precedieron a la II Guerra Mundial?... gobiernos conservadores, gobiernos fascistas, nacionalismos...

Vemos la paja en el ojo ajeno y, mientras tanto, nuestro globo ocular, destrozado por la viga que se incrustó en el cerebro, nos lleva a seguir apuntando con el índice hacia allí... es decir, donde sea. Tratan de vendernos que lo que ocurre en otros estados de la UE no tiene parangón en España. Yo digo: seguid, seguid apuntando con índice inquisidor, que el mal que tenéis instalado y sin visos de desactivarse, de seguir con esta permisividad hacia quienes realmente están haciendo apología del terrorismo de Estado, acabará con todos. La Historia es necia y se repite cuando la memoria falla o no quiere recordar. No, no voy a pedir venganza ni revancha, voy a pedir dignidad y respeto hacia quienes yacen en fosas comunes; voy a pedir empatía hacia las familias de las víctimas; voy a pedir justicia y que la ley de Memoria Histórica se ponga en marcha y a funcionar de una maldita vez, y que el franquismo y todo lo que lo rodea se tipifique como delito. Vivimos en el siglo XXI según calendario, pero cada vez que veo a estas manadas de anormales reunidos, esgrimiendo símbolos anticonstitucionales y “cantos porcinos”, creo que no aprendimos nada. Si permitimos esto en la calle y en las Fuerzas Armadas del Estado, todos sabemos y somos conscientes de que la ley dejará de tener el valor como ley, para volver a ser la ley de quien empuña un arma. La tolerancia hacia los extremismos, por minoritarios que sean o aparenten, acabará involucrándonos a todos, de ahí la necesidad de curar, antes que amputar, de aprender antes que lamentar, de reaccionar ante la inacción de los sucesivos gobiernos, que malinterpretaron la cacareada amnistía. Amnistiar no significa olvidar, significa perdonar, y el olvido no conlleva el abandono de quienes murieron asesinados.

Alejandro González Lada, Urbiés (Mieres)

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