La democracia
Allá por el año 399 a. de C., en plena democracia ateniense, uno de los hombres más sabios y representativos de aquella época, Sócrates, dijo que la democracia era la forma más creíble sofisticada y cara de engañar al pueblo. Lo acusaron de no creer en los dioses, fue condenado a muerte y ejecutado públicamente.
Hoy en día, 2.400 años después, la democracia, para algunos, es como una nueva religión, el que no cree en ella es un hereje y para otros simplemente un concepto encantador para confiados e ingenuos.
El momento de gloria y de soberanía del votante es de un segundo cada cuatro años, es el instante en que mete la papeleta en la urna y confía su soberanía al político.
Con mucha frecuencia sucede que en nombre de la sagrada democracia se hacen leyes blandas para el delincuente y muy duras para el ciudadano honrado; también sucede que, al día siguiente, los elegidos, hacen lo contrario de lo que prometieron, de lo que llevaban en el programa, y es precisamente cuando el sistema deja de ser una democracia y se convierte en una imposición o dictadura. Si el político no puede cumplir con el programa, nuevo programa y nuevas elecciones.
Cuando no se cumple el programa, ahí, es cuando los políticos mean por encima del pueblo; pero eso no tiene mucha importancia, es ahora cuando comienzan a trabajar los influyentes “medios de descomunicación” para explicarnos que lo que está pasando es que está lloviendo.
César José Llanes
Grado
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