Oviedo y el teléfono
En un principio (1924) se llamó Compañía Telefónica Nacional de España. Ya en la monarquía, en la república, en el régimen nacional y en los inicios de la actual restauración monárquica existían en las ciudades españolas del tamaño de Oviedo unos amplios locales que disponían de numerosos locutorios para llamadas nacionales e internacionales, así como un mostrador para atención al usuario, y unas oficinas en las que se podían dejar reclamaciones; y personal para las actividades propias. Tal oficina, en la esquina Porlier/Mendizábal de Oviedo, fue traslada a otra más pequeña en el entorno de la Cruz Roja, luego a Pumarín y más tarde a León. De forma que, aparte de la comunicación telefónica, tan incierta y fatigosa a través de los números de “atención al usuario”, a veces con personal eventual regido por órdenes superiores, con grabación de la conversación, y con el temor a ser despedido si el usuario no graba una impresión favorable de la atención recibida, en Oviedo la vía escrita para una reclamación es registrar documentos en el Principado, dirigidos al Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (ahora mismo, Industria, Turismo y Agenda Digital) del cual depende la Dirección General de Telecomunicaciones y, de ella, Telefónica de España, S. A. / Movistar.
Sorprende la existencia de un Ministerio de tan amplio espectro; de forma que, sin desmerecer la llamadas “puertas giratorias” entre lo público y lo privado, cabría supuestas puertas correderas intraministeriales entre, por ejemplo, las compañías eléctricas y “Movistar España”. ¡Es un decir!
Volviendo a Oviedo: tras el cierre de la central en Porlier, durante un tiempo se abrió un pequeño locutorio en la calle Foncalada, que además de su función propia disponía de las guías telefónicas de todas las provincias de España, donde se podía consultar el número de teléfono y la dirección postal de un abonado. Hasta que tal local desapareció. Menos mal que durante unos años –hasta 2012– los abonados seguían recibiendo el listín completo de su provincia. Finalmente, estas guías desaparecieron y hoy, para saber el número de un abonado, hay que llamar a tal número que, con suerte, y si aún no se ha pasado a la privada, te lo facilita bajo pago.
Restos de aquellas guías tan completas, que incluían información de los prefijos para llamadas internacional, los teléfonos de Renfe, Correos, aeropuertos, instituciones y demás información telefónica, son los libritos de anunciantes en que figuran las tres policías, bomberos, emergencias y, desde luego, los teléfonos de pago para información nacional e internacional.
Ya antes de llegar el móvil las cabinas callejeras fueron retirándose y hoy son piezas de museo.
El deterioro del servicio telefónico público ha llevado a su amplia privatización, un proceso que se extiende a otros muchos servicios públicos aunque, de momento, no hay evidencia de que se hayan privatizado las prisiones, ni las celdas para vips, tema sobre el que se ha interesado la fiscalía belga. ¡Sepa –señoría– que miden once metros cuadrados, con todos los servicios, ocio y buena comida!
José María Izquierdo Ruiz, Oviedo
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