Modas americanas
Cada individuo puede tener sus anhelos personales, incluso puede convencer a un grupito o una masa de gentío que camine a su lado en proyectos, sueños, retos, regustos o sentimientos; pero siempre por encima de los sentimentalismos, divertimentos o formas de interpretar la vida; existen leyes que respetar y el sentido común.
Cuando hablamos de que nos siguen un número determinado de personas para justificar todo, no estamos aplicando la ley básica de la convivencia: Que todo comportamiento, ya sea individual o colectivo, no puede perjudicar a otras personas y entrar en contraposición con las normas establecidas, ya sean penales, civiles o de simple consideración, ponderación y sentido común.
Nada de imponer nuestros gustos a costa de dañar a otros, ya sean de tipo cultural, religioso, ideológico, ecológico, animalista, etc. pueden amar al animal y animales que desean (pero autoproclamarse protector de la naturaleza es cosa bien diferente), la naturaleza es variada y de todos. Pero sí ese animal invade la propiedad ajena, roba frutos y pastos, mata y desgarra animales domésticos, intimida, atemoriza o perjudica a las familias del lugar; nuestras autoridades civiles y penales deben corregir semejante extorsión y perjuicio, consentido por la administración; donde prevalece la defensa de bestias salvajes a los niños, ancianos, familia en general y propiedades privadas. Simple sentido común. En Asturias, debemos poner freno a la masificación cuanto antes, luego será tarde, cuando lleguen desgracias, ninguno de estos animalistas saldrá a la palestra para resarcir daños físicos, económicos y morales.
Solo los individuos o colectivos en pequeña dosis son capaces de aportar ideas y progreso, las masas jamás aportaron más que "zotes", algarabías y cabezas huecas enaltecidas, salvo las justificadas por luchas obreras o reivindicaciones de derechos para todos. Si quieres aportar algo de tu cosecha propia, huye de la masa, allí sólo estarán los que se dejan llevar. En una democracia como la nuestra, las normas, derechos y deberes las deben resolver nuestros representantes, si no lo hacen, o se comportan incorrectamente, debemos crear los resortes necesarios para poder echarlos de inmediato, no solo cada cuatro años en las urnas. Por ello hay que elegir a los mejores: listas abiertas.
Nuestro académico Perez-Reverte incendia Twitter con su opinión sobre el “Black Friday”. El escritor reivindica que, "puestos a ser gilipollas", se use el término en castellano. “No sé por qué se ponen así, es que los gilipollas abundan más de lo que pensábamos”.
No solo eso: Importamos la fiesta más horrorosa jamás conocida: Halloween. Seguro importaremos inmediatamente la de los pavos del día de “acción de gracias”. Todos saben que para celebrar esa fiesta del día de “acción de gracias” los estadounidenses les da a todos por comer pavo ese día (que está muy bien), pero resulta que degeneró en perdonar cada año la vida a dos pavos, y viene de la mano del mismísimo presidente de los Estados Unidos; dichos pavos, para vergüenza del personal y de la raza humana, se les aloja en un hotel de lujo donde la noche cuesta 3.500 dólares, con todo lujo y comodidades ¿podemos llegar a ser tan memos? Las aves se alojan en una habitación doble, cada una sobre una cama de edredón blanco con dos cojines rojos, como si hubieran elegido lecho. La Federación Nacional del Pavo pagará la factura del hotel, según la residencia presidencial. Como ven semejante gilipollez, pronto la importaremos para demostrarnos que lo somos como dice Reverte. Aquí podemos hacerlo con dos jabalíes o dos lobitos y que disfruten en la suite nupcial del hotel la Reconquista; no dos días, un año; y que los gastos corran cómo en Estados Unidos por sus defensores ¡Lo que les faltaba!
Ahora las madres y los profesores (que seguro mientras hacen estas tonterías, los niños dejan del lado el saber y aprender) les dan por disfrazar a sus nenes y alumnos cada dos días, siempre tienen una fiesta para celebrar y enmascararles. Antes era solo carnaval, ahora cualquier cita es buena para que sus hijos y alumnos vayan convirtiéndose en unos atrofiados, desfigurándoles y ocultándoles su propia personalidad.
José Viñas García, Limanes (Oviedo)
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