Banderas
Veo en televisión una entrevista a pie de calle. Un edificio exhibe una bandera de cientos de metros cuadrados, oe, oe, oe y un transeúnte opina que a él le parece bien, fenomenal y estupendo. Detienen a otro y al paso le preguntan lo mismo, a lo que el ciudadano responde que a él le parece fatal de la muerte, o sea. Sin embargo este mismo individuo lleva colgando de la mochila otra banderita, si bien del bando contrario. Al invitarle a aclarar esa contradicción el caballero responde que no es lo mismo una que otra. Por supuesto.
Por eso a mí no me gustan las banderas. Ninguna. Porque entre los muchos mensajes que éstas emiten hay uno invariable: la mía mola y la tuya no. Y los abanderados, de todo tiempo y nación, la sacralizan y perciben a quien no se postra ante la suya como un bulto sospechoso.
Me gustaría un mundo sin ciertas identidades emocionales que, a la vista está, nunca llevaron a nada bueno. Sin embargo me desazona la comfirmación de lo lejos que aún estamos de alcanzar estadios de desarrollo y evolución que dejen atrás semejante rémora.
José Luis Peira, Oviedo
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

