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Encuentro matrimonial

25 de Noviembre del 2017 - JOSE MANUEL FERNANDEZ RODIGUEZ (OVIEDO)

Hay momentos en la vida que ya por sí solos son especiales, pero al compartirlos con personas queridas se convierten en relámpagos inextinguibles. Pues algo así debió pasar este último fin de semana en un "hotelito espiritual" que hay en Latores, al suroeste de Oviedo:

Un grupo de diez matrimonios y dos consagrados convivieron durante cuarenta y seis horas, una experiencia imperecedera, "mientras la heroica ciudad..., ajena, dormía", o algo así. Ese grupito de veintidós "personinas", entre las que se estableció una deliciosa empatía por cualquiera codiciada y, ojalá una amistad indeleble, revivieron el sueño, la ilusión, que tenían al casarse -o al ordenarse- aprendieron a manejar una herramienta nueva de diálogo para, con ella, liquidar la rutina que con paso sigiloso asedia y apresa a las parejas. La alegría invadía los ámbitos de las encuentros: comedor, salón de reuniones, pica-pica...

Todo de forma bien sencilla, cercana, sincera... nada de terapia ni de encuesta. Sólo sentimientos, sólo una regla: no juzgar al otro.

-“¡Qué lástima no haber conocido esto antes!”, es la expresión más habitual de los participantes. Esta experiencia ya la hemos vivido varios millones de parejas y consagrados en casi todo el mundo. Esta renovación, este quitarse el óxido, esta nueva ilusión del matrimonio -o de los consagrados: sacerdotes, monjitas o frailes-, beneficia directamente a la pareja sí, obvio, pero si cuadra más aún a toda la familia: “No sé qué les dijeron o hicieron allí” -dice uno de nuestros hijos- “pero son otros: más alegres, más animosos, no tan jueces...”.

Y no crea usted que somos unos estoicos aburridos, ¡no!, somos gente corriente, que canta, baila, vive. O, como dijo una niña que vino a una de nuestras fiestas: “¡Mamá, mamá, la gente aquí, se ríe”.

Somos, somos gente “güay”, que se llama por el nombre, nunca decimos: "es que ésta, ni éste”. No queremos, como dijo L. A. Clarín: "Su marido era botánico, ornitólogo, floricultor, arboricultor, cazador, crítico de comedias, cómico, jurisconsulto; todo menos un marido". No queremos, repito, ser sólo el marido o la esposa, queremos que tú (esposa, esposo, feligrés) seas mi número uno.

Pues todo esto se ha podido desarrollar gracias a la anónima, ¡y generosa!, colaboración de unas cuantas personas de nuestro movimiento "Encuentro Matrimonial", sin necesidad de ninguna subvención ni patrocinio de nadie y todo porque tenemos un sueño: Cambiar el mundo empezando por uno mismo.

Gracias también por la exquisita acogida y ayuda que nos ha dispensado la hermana Ángeles, Esclava del Sagrado Corazón de Jesús, ella personalmente y su colaboradora Mar, que tan bien nos atendió en todo caso. Sinceramente ¡gracias!

Próximamente, o quizás antes, volveremos a vivir un nuevo fin de semana. Si te apetece liquidar la rutina matrimonial, recobrar la ilusión del año de la boda, si quieres vivir "una cosa maravillosa", decía una de las parejas de este último encuentro, te acogeremos con más cariño que en ningún otro sitio.

Una mirada, un guiño, una sonrisa, porque hay momentos en la vida que...

José Manuel Fernández Rodríguez, "Gera", Oviedo

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