Sobre la reforma constitucional
(Respuesta al artículo de opinión de Juan Cofiño en LA NUEVA ESPAÑA)
No puedo decir que me sorprenda la columna de Juan Cofiño del viernes sobre la reforma de la Constitución; es la postura oficial del Psoe de un tiempo a esta parte, y es asimismo la cantinela usual entre esta izquierda española que no parece tener claros conceptos que ninguna otra izquierda occidental osaría dudar. Vamos por partes:
Afirma Cofiño que nuestro modelo de las autonomías, para él de indudable éxito, está superado por los recientes acontecimientos en Cataluña, además del debate sobre el cupo vasco, lo que nos abocaría indefectiblemente a una reforma constitucional para dar paso a un modelo federal plurinacional que profundice en el autogobierno, dando respuesta y acomodo a las singularidades de vascos y catalanes, dejando como nexos comunes la representación exterior, la defensa y seguridad y en fin, la fiscalidad.
Tal planteamiento es falaz a mi juicio.
En primer lugar proclama un indudable éxito autonómico que yo sí dudo. Las autonomías tienen en su debe no sólo el adoctrinamiento personalista de cada región realizado mediáticamente con cargo al contribuyente (televisiones, emisoras, subvenciones de todo tipo para todo tipo de iniciativa identitaria), sino principalmente la corrupción política y el clientelismo ejercido por cada partido en la Autonomía en la que gobierna, al punto que puede decirse sin apartarse un ápice de la realidad, que la corrupción que atasca los intersticios de España, tiene una raíz ante todo autonómica y municipal. Ni siquiera ha servido para acortar distancias entre el desarrollo de las diferentes regiones, dado que las que eran ricas hace cuarenta años siguen siendo ricas (excepción hecha de Asturias, lo que da que pensar) y las que eran pobres, siguen pobres. Aún peor, se han incrementado las diferencias en los Servicios Públicos, siendo notoria la diferencia de cobertura sanitaria, social, educativa y hasta judicial entre las diferentes Autonomías. No veo entonces el "innegable éxito", salvo que se pretenda equilibrar la balanza con el solo argumento de la cercanía de la Administración con el ciudadano y su remarcable agilización; argumento banal, dado que cualquier Estado por centralista que sea, ha podido agilizar la Administración gracias a su descentralización de la mano de la revolución digital; para lo que evidentemente no es necesario ningún estado autonómico. En Francia, modelo de centralismo, también se ha agilizado mucho la Administración.
En segundo lugar, pretende Cofiño que la tal reforma sea a mayores, dado que el siguiente argumento de este señor es el fracaso y superación de nuestro sistema autonómico por mor del plante catalán y la discusión sobre el cupo vasco. No veo por qué. La Constitución prevé diecisiete Autonomías, prevé también su mantenimiento y regulación, como prevé la normativa que ataje desviaciones e ilegalidades, tal cual el 155. De ahí no se sigue que explote todo el sistema por el mero hecho de que una entre diecisiete haya decidido saltarse las normas y haya sido preciso por primera vez, aplicar la ley prevista para tan no deseado fin. Esto es claramente falaz, y sería como dar por abolida la ley cuando alguien se la salte y sea menester recurrir a las sanciones que la propia ley presupone. Un absurdo.
Aprovecha luego Cofiño (una vez finiquitadas por él nuestras Autonomías de manera tan frugal) para defender la salida federal asimétrica; al fin y al cabo -dice- ya hay tal asimetría con el cupo vasco. ¿Qué quiere decir cuando desliza esto? ¿Se refiere a un "cupo vasco" para Cataluña? ¿Con qué dinero? Aún digo más: ¿En qué se diferencia un estado federal de nuestro Estado de las Autonomías?
Vayamos por partes: Los Landers alemanes tienen sus Constituciones, tal cual nuestras Autonomías sus Estatutos. Unos y otros están sujetos a sus respectivas Cartas Magnas. Ambos tenemos Parlamentos regionales y una amplísima descentralización administrativa que se plasma en las atribuciones que cada gobierno ya de Lander, ya de Autonomía, tiene sobre las distintas materias, con el pequeño matiz de que en Alemania todos los Landers tienen las mismas competencias. ¿Otras federaciones? Podría darnos la risa, dado que Austria es un apaño al lado de nuestro federalismo, y lo mismo podríamos decir de Argentina o Méjico. Tengo para mí que el único motivo por el que España no consta como federación, es por no hacerles un feo a los nacionalistas, que verían así esfumarse uno de sus entorchados. Solo nos quedaría la opción de Estados Unidos (un federalismo salvaje en el que cada Estado es muy suyo legal y fiscalmente, a extremos que serían ilegales en Europa por su carácter antisocial) y el federalismo asimétrico de Canadá. No es baladí el dato, dado que el único otro estado federal asimétrico del mundo (aparte de Canadá) es España. Por todo ello, España es más federal que muchas federaciones, tan federal como otras y solo menos federal que Estados Unidos. En resumidas cuentas, y por citar a un hombre de izquierdas y un gran jurista, don Jordi Solé Tura, a España solo le falta que el Senado sea cámara de representación territorial, para devenir un Estado federal irreprochable. Y es obvio que para tal cosa no es necesario reformar la Cosntitución.
Centrado el tema, vayamos al quid de la cuestión. ¿Qué se pretende con la tal reforma? Es pregunta que repite por cierto nuestro presidente (al que no voto; mucho más cercano yo a la socialdemocracia europea, sin complejos progres antinacionales), sin que nadie le conteste. ¿Qué significa "profundizar en el autogobierno"? El propio Cofiño perfila el tema al desgranar como materias comunes imprescindibles la representación exterior, la defensa y la hacienda. Pero ocurre que ya estamos en eso. De hecho en el caso vasco y navarro, ni la hacienda. Y no parece viable económicamente hacerlo extensivo a Cataluña y abierto ese melón, sabrá Dios a quién más en el futuro, dado que se resentiría la hacienda común y las coberturas sociales de todo tipo, amén de consagrarse diferencias impresentables en la Europa de hoy; ni lo uno ni lo otro parece muy de izquierdas. ¿Qué más podemos hacer para profundizar en ese campo, señor Cofiño? ¿Qué que precise reforma constitucional? Es obvio que nada, salvo que se pretenda la boutade de decir que bastaría con un papel en el que diga que tales y cuales territorios son nación. ¿Es todo esto una cuestión semántica? El solo planteamiento resulta grotesco. ¿Quizás ha de estar esa reforma encaminada al derecho a decidir, derecho de autodeterminación, derecho a invocar referéndums? Entonces es pegajosamente obvio que lo que se pretende es una confederación, no una federación. Alguien debería decirle a Cofiño que por eso hubo una guerra civil en los Estados Unidos; no es asunto menor. La confederación daría carácter legar a una secesión, al paso que un referéndum asimismo legal sería moneda de peso en el ámbito internacional. ¿Debemos darnos ese tiro en el pie? ¿Para qué?
El señor Cofiño parece creer que bastará con esto, como si un derecho de autodeterminación se persiguiera para no ejercerlo. Es pueril pretender que se puede contentar a quienes no pretenden otra cosa que la secesión. Parece querer olvidar que nuestro Estado Autonómico se creó (tengo edad para recordarlo) a mayor gloria de vascos y catalanes, para su contento e integración. Parece querer olvidar que los Estatutos que reclamaban en la Transición son un juego de niños en comparación con los que tienen ahora, y sin embargo no ha bastado; ni siquiera contraviniendo las repetidas llamadas al orden de Bruselas acerca de la ilegalidad del cupo vasco. ¿Debemos entonces estrangular la economía nacional para repartir prebendas similares en otros territorios? ¿Es todo esto de izquierdas, señor Cofiño? Usted mismo esgrime (y yo me asombro por la contradicción) que no debemos "construir un Estado fuerte con el agregado de intereses territoriales", aunque se refiere a las reticencias de Andalucía y Valencia. ¿No es acaso esta ampliación del cupo vasco, esta pretendida federación de lo federado, este reconocimiento de naciones que nunca han existido, un agregado de intereses territoriales? No se aclara usted.
Habla de involución recentralizadora, en la pretensión también falaz de que toda descentralización es de izquierdas y lo contrario de derechas, pero la verdad es que solo hay un puñadito de federaciones en el planeta Tierra y todas ellas con su derecha e izquierda. Como hay izquierda y derecha en cualquier país centralista de nuestro entorno. No son menos izquierda que la nuestra la escandinava, la francesa, la italiana. De hecho lo son más, dado que cuidan (tal cual debe ser en la izquierda) de la igualdad entre los ciudadanos, de la igualdad en educación, coberturas sociales, sanidad, justicia, impuestos según las rentas. Y no consentirían jamás que alguien se saltara las reglas, atentando contra la igualdad de sus ciudadanos y las leyes que la protegen.
España tiene tres, cuatro millones si usted quiere, de ciudadanos antinacionales, dado que nada quieren saber de nuestro país o aspiran a instalar una cosa plurinacional que pareciera (no teniendo nada más a mano; desde luego nada histórico ni social ni cultural) sustentarse solo en el idioma. Ya ve usted, Hispanoamérica debería ser una sola república, Canadá y Estados unidos un mismo país (salvo Quebec, naturalmente), Bélgica ha de irse con Francia y por supuesto Hitler tenía razón, Austria y el Danzig pertenecen a la Gran Alemania. Y a usted y a otros como usted que se dicen de izquierdas, pareciera preocuparles mucho el interés de esos tres o cuatro millones. A mí, como persona de izquierdas me preocupan los derechos e intereses de los cuarenta y pico millones restantes, que son once veces más, detentan la soberanía nacional y no dan por fracasadas sus leyes, su organización territorial, ni su estado de derecho. Me preocupa (como a cualquier persona que se considere parte de la izquierda occidental socialdemócrata) la igualdad ante la ley, los derechos sanitarios y educativos, incluyendo el Derecho Humano a recibir educación en mi lengua materna, me preocupan los privilegios fiscales de unos pocos, las cada vez más sangrantes diferencias en el acceso a coberturas sociales que existen en mi país, al paso que me preocupa la corrupción, la evasión fiscal y sus paraísos (¿qué tal Andorra?), la salvaguarda de los derechos laborales y la igualdad de acceso laboral tanto en el sector público, como en el privado.
España tendrá que vivir y convivir con esa minoría, pero justo es (y de izquierdas) que sean ellos los incómodos y no nosotros; que sean ellos los que renuncien, y no nosotros los que adecuemos más y más de año en año nuestras leyes a aquellos que no las quieren, y que solo persiguen una secesión después de cuarenta años de lavado de cerebro, en lo que es a no dudarlo (y yo he vivido allí) la mayor operación de ingeniería social de la historia de Europa desde la Segunda Guerra Mundial, con el silencio cómplice de nuestra izquierda, por cierto. Como cierto es que no hace falta ninguna reforma de la Constitución para ir a ninguna parte y facilitar el camino a quienes no buscan sino su ruptura legal que garantice no ser expulsados de la UE y la pervivencia de sus intereses comerciales. Nada parece haber aquí de izquierda. Justo es que alguien de izquierdas lo diga, y venga a apuntalar el nacimiento de una socialdemocracia sin complejos progres en España. Falta hace.
Mario García Causo, Gijón
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

