Pobres fiestas de los pueblos
¿Cómo no se van a despoblar los pueblos viendo como nos tratan desde el Gobierno central, regional o dese organismo inventores de trabas como la siguiente:
El pasado día 15 de noviembre recibo carta de la Sociedad General de Autores (SGAE) pidiéndome, en mi condición de representate/organizadora de las fiestas de Naraval (Tineo), las cuentas referentes a los ejercicios 2013 y 2014 (también me requerían el año 2015, pero en esa época yo ya no ostentaba cargo ni tenía relación alguna)
En dicha carta, me dan un plazo de 5 días para presentarles las facturas de las orquestas contratadas a los efectos de abonar un canon sobre dichas actuaciones.
Quiero hacer constar que muchas fiestas como las de mi pueblo (Naraval) se llevan a cabo con un tremendo esfuerzo gracias a las aportaciones desinteresadas de vecinos, familiares, amigos y con una gran carga de trabajo y amor propio por no dejar que las cosas, como viene pasando últimamente en el ámbito rural, caigan en el olvido
Estas fiestas no son, sino, un motivo de reunión familiar con gente que ya casi no se ve desde hace un año. La juventud cada vez es más escasa y quiero hacer ver que con este proceder se van matando poco a poco las modestas iniciativas particulares, lo que se pierde es mucho más que el baile, señores.
De haber participación externa, ésta tendría que ser en todo caso para subvencionar estas propuestas y no para seguir exprimiendo a una vaca que ya casi no da leche. No extrapolen ésto a una festividad como pudiese ser San Mateo, aquí el negocio que cualquiera pueda hacer es nulo (por no decir deficitario).
Reuniones de 400-500 personas (familiares, vecinos, amigos...) al son de las canciones de toda la vida, ¡gravadas con una tasa o canon !
En primer lugar, jamás supe ni entendí cómo podíamos ser los organizadores y no las propias orquestas los sujetos pasivos obligados al pago de este canon. De haberlo sabido en su día, se le habría dado en parte un fin distinto al dinero invertido, y así al menos evitar esta situación 5 años después, cuando encima lo más curioso es que preguntando a otros organizadores de diferentes comisiones te dicen que ellos no lo pagan, no lo pagaron o han conseguido regatear a la SGAE.
Me quedará pedir a la puerta de la iglesia con un plato, o a los vecinos si yo no quiero ni puedo abonarlo de mi propio bolsillo.
Señores/as, esto no deja de ser otra “puntilla más” para nuestros pueblos, esos que tanto preocupan a los mandatarios en época de elecciones, y para muestra “otro botón más”: SGAE, la polilla de la patata, las avispas velutinas, los lobos, el jabalí, los incendios, el cierre de minas, el feismo de los eólicos en nuestro paisaje, el gorgojo del eucalipto, el chancro del castaño y, por último, y no por ello menos debil el mercado común que acaba con las ganaderias con sus inventos y engañifas.
Sofía González García, Naraval (Tineo)
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