La violencia machista, cada vez más joven
Tras miles de años de civilización, nos estremecen ahora, en pleno siglo XXI, las estadísticas sobre el alarmante incremento de la violencia de género con víctimas cada vez más jóvenes. Es profundo el fondo de este problema que venimos arrastrando, que se remonta a los inicios de la raza humana, cuando la fuerza física primaba sobre cualquier otra capacidad, era la base de la supremacía del varón, la única de la superioridad sobre la mujer, que, como digo, se remonta a los inicios de la raza humana. En el Medievo los hombres ejercían el miedo para crear respeto o incluso la violación para procrear y agrandar su árbol genealógico, una realidad aplastante que muestra un sinfín de atrocidades.
Se han alcanzado increíbles logros en todos los órdenes en el desarrollo del ser humano, en la igualdad de derechos y respeto mutuo. Y la mujer, que por sus propios méritos y esfuerzo se ha ganado su reconocimiento en todos los órdenes del desarrollo humano, ya no debería consentirle al hombre la más mínima falta de respecto, ni fuera ni dentro de la oficina. Digo esto porque ha sido habitual usar el poder que da el cargo para abusar de una mujer; y cuando un hombre abusa de una mujer, abusa de todas. Hoy, por el hecho de que hayan abusado de ella, la mujer no debe avergonzarse: quien debe avergonzarse es el hombre que ha abusado de su debilidad.
Hoy, pese a su reconocimiento, todavía la mujer, en lo de la igualdad de derechos y respeto, se encuentra con las intransigencias del hombre y estremecen las denuncias por violencia de género, el aumento de un 18 por ciento en el año, según el informe que publicó el Observatorio Contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial, en el que figuran 40.366 mujeres víctimas de maltrato; estremece el hecho de que un 3 por ciento de las víctimas que pidieron protección fueran menores de edad. No hay duda de que la puesta en marcha de un pacto de Estado contra la violencia de género fue un buen arranque, pero el desarrollo y las complementarias medidas se están haciendo esperar, vemos que hay gestos de comportamiento social, de protestas que lo que persiguen es un espacio en los medios de comunicación, con Woody Allen en la foto pidiendo la retirada de la estatua, peor el remedio que la enfermedad, así no se arregla ni con el 155. Ya la campaña del Ministerio contra el consumo juvenil de alcohol ha sido un error, porque el problema no era el sexismo, que han borrado, sino el paternalismo del Estado que sigue presente en una campaña que no informa a los jóvenes, sino que riñe a los padres.
El machismo ataca a los jóvenes, cada año hay más denuncias, desde enero se han quedado sin madre 23 niños, cifra que asciende a medio millar desde 2003, ataca a los menores, hay que tomarse muy en serio los planes de educación que incluyan formación en igualdad, antídoto contra la violencia.
Benigno Martínez-Fuego
Marcenado (Siero)
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