La calle Fernández-Capalleja
No se trata de cuestionar ni polemizar sobre leyes que a mi manera de ver sólo traen crispación y malestar en la sociedad, en lo tocante al cambio de nombres de calles con la debida confusión que un tiempo acarrean tales cambalaches.
Cosa idéntica ocurrió con el anterior régimen en que algunas calles de la villa, verbigracia el general Riego, Jovellanos, plaza de la República y otros nombres de próceres que entonces daban cartel a las calles de la población. Una pléyade de nombres que se habían distinguido por su buen proceder a la sociedad, cuyos nombres aquéllos enmudecieron. Se habían rebautizado entre otras muchas El Sol por José Antonio Primo de Rivera. Manifestar que la calle El Sol es de origen alto medieval, citada en muchos documentos desde el siglo XIV. Lo digo por si alguien sintiese la tentación de variar su nombre. Ocurriendo idéntico origen la de Lorena, en el barrio de Cima de Villa. Recientemente se varió inexplicablemente la de Marcos Rodríguez por de Fondos de Villa. Ignorando que el señor Rodríguez, filántropo natural de Casares, empleó su fortuna en instaurar en su pueblo natal una fundación benéfico docente, denominada Marcos Rodríguez y Gabina de la Cruz, que dio enseñanza gratuita a todos los niños del contorno. Hoy sus pabellones, se hallan en un estado calamitoso.
La ley está para cumplirse. Estoy de acuerdo. Pero los casos se deben examinar uno a uno y con lupa. Nunca y por sistema (a veces por ignorancia) encorsetar a una persona bajo una determinada condición política sin adentrarse en su otra condición y que es la más importante de todas: la humana. A partir de esta premisa y tras las últimas noticias que a diario publica la prensa sobre el cambio del nombre de calles y plazas en la ciudad de Oviedo cumpliendo la ley de Memoria Histórica, donde también al general tinetense don Juan Fernández-Capalleja en su día le dedicó ese mismo Ayuntamiento una. Así como el de Tineo en la misma villa y en la localidad de Navelgas, lugar de su nacimiento, la que en realidad es un referente a la familia Fernández-Capalleja. También en Melilla.
Es una cuestión bastante delicada y que a veces implica cometer injusticias con personas que por su condición social, a veces empujadas por las circunstancias que las situaron en uno u otro escenario de la vida, se las quiera borrar de un plumazo de los callejeros sin reconocer sus méritos o trayectorias. Malditas guerras.
Acatando la ley de Memoria Histórica, el pasado viernes, el Pleno del Ayuntamiento de Tineo tomó la decisión de rebautizar tres calles de Tineo con diferentes nombres. Sólo me interesaré por la referente al señor Fernández-Capalleja, la que en adelante llevará el nombre del sindicalista Marcelino Camacho. He conocido personalmente al señor Camacho y a su esposa en Sevilla con motivo de la entrega del premio a las Libertades “Rafael del Riego”, de cuyo jurado en aquel momento formaba parte. Todos los méritos para aquel abnegado luchador. Ojalá fuese un ejemplo a seguir por algunos sindicalistas...
Dicho esto, prosigo en el error que a mi juicio se ha cometido con don Juan Fernández-Capalleja. Efectivamente, fue un militar de carrera que participó en la guerra civil y fue director de la Academia General Militar de Zaragoza. Su bisabuelo, también militar, combatió en la guerra de la Independencia, con el grado de coronel de Infantería. Pero por encima de todo Fernández-Capalleja fue un tinetense nacido en Navelgas, procedente de una familia afincada en ese lugar en 1747. La que desde ese mismo momento fue impulsora del comercio, levantando en el pueblo edificios que dan prestancia a sus calles. Uno de éstos alberga el Museo del Oro. Fundando obras pías para promover la enseñanza laica y religiosa y formando también parte del patronazgo de la escuela de Naraval, etcétera. A iniciativa de la misma se creó el primer puesto de la Guardia Civil en Navelgas en 1899. En definitiva, una familia querida y respetada por todo el pueblo de Navelgas, y a cuyos vecinos no les ha parecido bien esa alteración en su callejero.
Aunque se juzgue a petulancia, el general Capalleja fue querido y apreciado por sus enemigos en el combate. Así me lo manifestaba su viuda, la cántabra doña María Luisa Menezo, a la que no conocí personalmente, pero sí mantuve con ella una interesante relación epistolar hasta poco antes de su fallecimiento. Una persona sencilla y afable, y que a pesar de su longevidad aún mantenía viva la llama de la tierra de origen de su esposo. Con fecha 2 de julio de 1997, me escribe: “En el monte del Naranco, los del bando contrario a él le ponían papeles escritos diciéndole: ‘Capalleja, pásate a los nuestros, que harás mejor carrera’ y en otra ocasión: ‘...mi marido pidió a sus hijos quedaran vinculados a Tineo y a esa maravillosa tierra, en algo parecida a la mía, Santander, y hasta ahora gracias a Dios así lo cumplen’”.
Escribió el cronista oficial de Tineo, don Julio Antonio Fernández Lamuño, cómo en la amistad que mantuvo con don José Maldonado, último presidente de la República en el exilio, paseando en una ocasión por el Campo San Francisco de Oviedo en animosa plática, surgió en la conversación el nombre del teniente general don Juan Fernández-Capalleja, del que don José dijo: “Mire usted, amigo Lamuño, el general Fernández-Capalleja fue un valiente y un caballero íntegro, como corresponde a los nacidos con la noble sangre tineína”. Comedimiento con el que el señor Maldonado distinguía al general Capalleja.
Reitero nuevamente que estos cambios se deben forjar buscando el mayor consenso posible. De esta manera se podrán evitar muchas susceptibilidades y enojo de los vecinos. Porque a fin de cuentas de lo que se trata es de sembrar buena vecindad, que a la postre redunda en felicidad y agradable convivencia entre todos.
Sólo queda recordar que algunas de las placas de cerámica que dan nombre a algunas calles de la villa son obra del taller del gran ceramista toledano don Juan Ruiz de Luna. Por lo tanto, piezas históricas.
Senén González Ramírez
Tineo
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