Los Reyes Magos existen
Llegan las mejores fechas de todo el año. Sí, las Navidades. Los adultos podrán tener debate sobre esta afirmación, pero no me cabe la menor duda de que los niños estarán de acuerdo conmigo. Las Navidades son una época especial, luces, colores, vacaciones, celebraciones y regalos. Quizás para los críos el día de Reyes sea lo más motivador.
Los que tenemos hijos pequeños, todas las Navidades deseamos que no sean las últimas en las que los menudos de la casa mantengan la ilusión y el nerviosismo la noche del 5 de enero. Es el momento en el que nos ataca la duda de si nuestros peques, llegada cierta edad, nos empezarán a cuestionar la verdadera existencia de Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente. “¡Ay, si los Reyes existieran de verdad!...” piensan muchos mayores.
Pues todos tranquilos. Yo era de esos que tenían ese pensamiento, pero este año se me ha encendido la bombilla y “he visto la luz”. Lo tengo más que claro. Espero que nadie me tome por un loco por lo que voy a afirmar a continuación. Y si lo hace, me da igual. Yo pienso así y estoy más que convencido.
Pues aquí va: Los Reyes Magos existen de verdad. Así, como lo leen, con todas la letras. Y lo sé por el siguiente motivo: si no existiesen, no se hubiese mantenido esta tradición durante años y años, y su recuerdo se habría diluido en el tiempo.
Y no me vale el argumento de aquellos que piensan que este día está basado en las compras, que son muchos los que así piensan. Independientemente del consumismo en el que vive sumido nuestro mundo, forzado por las casas comerciales, este día se sustenta en algo mucho más fuerte. Y la prueba es que se ha seguido celebrando durante épocas en las que las penurias económicas de las familias estaban a la orden del día, y se han seguido haciendo regalos, cada uno en la medida de sus posibilidades pero todos con la mayor ilusión posible. Porque la base de sustentación a la que me refiero no es el recibir regalos sino en hacerlos. Ese sentimiento de felicidad que se experimenta cuando se le entrega a un ser querido un obsequio, por insignificante que sea, supera con creces el de recibirlo, porque representa muchísimo más que su valor económico. Significa tenerlo presente en nuestro pensamiento y en nuestro corazón. Personalmente, creo que lo mejor de los regalos es envolverlos más que abrir los paquetes, aunque a nadie le amargue un dulce.
Y todo esto se debe al maravilloso influjo de Sus Majestades de Oriente. De no ser por ellos, ya se habría perdido la Magia, con mayúsculas, de este día. Días para hacer regalos hay muchos a lo largo del año, unos comercialmente más forzados que otros, pero ninguno como el fabuloso 6 de enero, el día de los Reyes Magos.
Espero que estas líneas sirvan tanto para aclarar el tema a los que negaban la existencia de Melchor, Gaspar y Baltasar, como para tranquilizar a todos aquellos que tenían dudas sobre el asunto.
Ya me despido. A todo aquel que me lea, esté de acuerdo o no conmigo, le deseo mucha salud y felicidad para estas Navidades.
Luis Ángel Fernández-Meré, Oviedo
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