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Misericordia y justicia

4 de Diciembre del 2017 - JUSTO ROLDAN (OVIEDO)

Nace esta reflexión a tenor del énfasis que, de un tiempo a esta parte, se viene insistiendo, aconsejando, recordando y hasta priorizando, sobre la Misericordia con mayúsculas, como una de las virtudes que deben de ejercitarse con todos, y que todos la recibiremos como un "don divino", al final de nuestro caminar efímero por esta mundo, e independientemente de los hechos u las omisiones que hayamos cometido contra la Ley de Dios.

Tengo para mí el convencimiento, de que la misericordia -divina en este caso que me ocupa- es, o será, de aplicación después de ejercitarse la justicia; dado que Dios es "justo y misericordioso", siempre por este orden.

Si como se viene diciendo, o al menos dando a entender, con lo que genera de confusión en muchas conciencias, que la misericordia se separa de la justicia, estamos cambiando el orden, de un Dios justo y misericordioso, por el de un Dios "misericordioso primero y justo después". Para comprender esta particular reflexión, y a modo de ejemplo, yo acudo a la ley humana, ya que acudiendo a ella, parece lógico, razonable y de sentido común, que la misericordia, se pida o se reciba, previo juicio justo, sobre las causas que motivan a solicitarla a quien debe de impartir justicia.

¿Alguien puede imaginarse, que en una sociedad de seres humanos, se les recordara constantemente, que no tuvieran miedo de la justicia, porque esta será siempre misericordiosa con aquellos que fueran merecedores de castigo? Humanamente no se entendería; y menos, si se convirtiera en una generalización, que acarrearía una clara injusticia, para aquellos que viven rectamente de acuerdo a la ley. Pues si tal es la condición de la justicia ¿para qué vivir con temor, y menos con un "santo temor de Dios"?

La misericordia, en la vida de "tejas para abajo", se pide o se ruega, en la divina se puede dar sin pedirla, simplemente por el amor de Dios a los hombres; pero nunca faltará al primer principio: el de la justicia. De ahí, de la no creencia en el juicio necesario para impartirla rectamente, puede generarse una expectativa que para mí es errónea, pues puede caerse en el "buenismo", basado en que "todo hombre es bueno por naturaleza", de lo que se deduciría, que todos sus actos también lo son. De tal manera, que hagas lo que hagas, o dejes de hacerlo, siempre Dios será misericordioso con nosotros; y no significa que no sea cierta esta creencia, ¡por supuesto! Pero yo al menos no entendería a un "Dios" que la aplicase, sin justicia.

Los Diez Mandamientos están para cumplirse, y quien no los cumpla, además de no encontrar la paz en este mundo, sólo puede esperar "la misericordia divina" sin olvidar nunca que la tendrá, tras un juicio justo. Juicio por cierto, al cual nos enfrentaremos todos, y donde cada uno expondrá, lo que en su descargo considere. Pero el Juicio, lo habrá, y de el saldrá la misericordia, y no al revés.

Justo Roldán, Oviedo

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