El Niemeyer y Kevin Spacey
El Centro Cultural Oscar Niemeyer, que tanto dinero costó a la sociedad y que tan caro nos sigue costando a los contribuyentes, nació con mala suerte. Si bien es cierto que el área donde se asienta está mejor urbanizada que abandonada cuando era un muelle olvidado, no es menos cierto que hubiera bastado urbanizarlo, sin emplear el dinero en algo que pretendieron vendernos como un reclamo cultural y arquitectónico superior a la torre Eiffel y a la “torre achatada” como una referencia mundial en gastronomía. Hoy el Centro se convirtió en un cine de barrio y la torre gastronómica ni siquiera es una tasca de barrio, pues está cerrada.
Teniendo como tenemos el Palacio Valdés, la Casa Municipal de Cultura, los Canapés y la concejalía de cultura, ¿para qué necesitamos el Centro?
Y digo mala suerte, pues empezó pagando viajes de placer por medio mundo al primer gestor y adláteres, además de habitación y desayunos dobles a munícipes que viajaban como “singles” y terminó financiando a precio de oro a un “pedófilo confeso” con el agravante de que su obra se representó principalmente en el Palacio Valdés y por cada butaca ocupada costó al erario más de 600 euros. Para colmo parte de los gastos fueron pagados por el Ayuntamiento con facturas falsas. A la responsable de esto, la ascendieron.
NOTA.- Ahora que el “pederasta confeso” Kevin Spacey fue despedido de la serie que protagonizaba y le han retirado de los créditos de algunas antiguas películas, ¿le retirara la gerencia del Niemeyer del cartel de la obra que protagonizó bajo su patronazgo?
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