Trump, a la Luna
Cuando este presidente de los EE UU fue elegido para regir los destinos de la poderosa nación americana, y al ver que iniciaba su mandato con paso equivocado políticamente, dijimos o vaticinamos aquí que podía ser una bomba de relojería en la Casa Blanca. Pues bien, ya lo es no sólo a nivel nacional sino también internacional, cosechando críticas y enemigos por todas partes en casa y fuera de ella. Su última barbaridad, como aquí hemos comentado, ha sido reconocer Jerusalén como la capital de Israel, cuando lo es también del pueblo palestino. Un pueblo oprimido y ocupado por el Ejército judío, que pisotea su libertad y se ha apropiado de su territorio. ¿Qué territorio tenía Israel hasta aquel “apaño” de los aliados en 1948?
Otra de sus muchas barbaridades y meteduras de pata ha sido abandonar esa institución que en París (precisamente se encuentra reunida allí, después de dos años, convocada por el presidente francés), debate y trata sobre ese grave problema que es el cambio climático, del que USA es uno de sus mayores agresores. Este multimillonario presidente, que está resultando un irresponsable y un inconsecuente, nos sale ahora con la gaita esa de enviar otros astronautas a la Luna, para instalar allí una estación espacial con vistas a llegar a Marte e incluso más allá. ¿Acaso pretende, el muy chiflado, llegar al fin del cosmos, llevando una nave espacial, otro Apolo 17, hasta las mismas puertas que guarda San Pedro? No, señor Trump, déjese de aventuras espaciales por allá arriba y preocúpese de lo que hay por aquí abajo, como remediar tanta hambre y necesidad como hay.
Al señor Trump es al que hay que enviar a la Luna, para que nos deje en paz aquí a todos. Con la señora Clinton, USA y el mundo hubieran ido mucho mejor.
Ricardo Luis Arias
Aller
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