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IBRAHIM, EL MÁRTIR PALESTINO

18 de Diciembre del 2017 - J.J.J. Suárez González (GIJON)

Lo políticamente correcto, por no decir lo estúpido, ha conseguido que a algunas cosas ya no se las llame por su nombre y que se busquen nuevas palabras para no herir sensibilidades, sirva como ejemplo que a los negros ahora se les denomina "personas de color" (como si los blancos fuéramos incoloros) o subsaharianos, afroamericanos, etc. Algo parecido ha sucedido con los tullidos o inválidos, que luego se llamaron minusválidos y ahora discapacitados, pero es este caso el cambio está plenamente justificado. Los españoles sabemos muy bien que las personas que tienen alguna discapacidad no solo son perfectamente válidas, a veces son mejores que los que tienen todas sus funciones físicas en perfecto estado, porque tienen que ejercer de auténticos héroes desde que se levantan hasta que se acuestan, todos los días del año, y porque en esa lucha cotidiana se forjan muchos titanes. Como referencia histórica mencionar a Blas de Lezo (Pasajes, Guipúzcoa, 3 de febrero de 1.689), uno de mis héroes de cabecera, al que llamaban "mediohombre" porque le faltaban una pierna y un ojo, que había perdido en dos batallas, y un brazo, que perdió en el sitio de Barcelona, en 1.714, durante la Guerra de Sucesión Española. Blas de Lezo, como todo el mundo sabe, infringió una derrota épica a los británicos defendiendo la soberanía española de Cartagena de Indias (Colombia). Qué decir de Irene Villa (Madrid, 21 de noviembre de 1.978) aquella niña que, cuando tenía doce años, perdió las dos piernas y tres dedos de la mano izquierda en un atentado de la banda terrorista ETA y que no solo jamás dejó de sonreír, ha sido deportista paraolímpica y es escritora, periodista y psicóloga. Un ejemplo para todos. ¿Inválidos, minusválidos? y una mierda.

Pues bien, los palestinos también tienen sus héroes y entre ellos figurará para siempre un tal Ibrahim Abu Thuraya. Al joven, de 29 años, Ibrahim le faltaban las dos piernas y un riñón, se los había arrebatado un bombardeo de un helicóptero israelí sobre Gaza el 27 de diciembre de 2.008, cuando Ibrahim retiró la bandera sionista de la frontera e izó la palestina. En las terribles condiciones médicas de la Franja de Gaza Ibrahim sobrevivió de puro milagro y se ganaba la vida lavando coches desde su silla de ruedas. Ibrahim iba casi todos los días a la frontera a decir de todo, menos bonitos, a los que le habían segado las piernas y su ilusión era poder viajar un día al extranjero para que le pusieran unas prótesis. Pero, la decisión de Donal Trump de reconocer a Jerusalén como capital de Israel avivó las protestas palestinas y, como siempre, Ibrahim estaba allí, en primera línea, en su silla de ruedas, con la uve de la victoria en una mano y la bandera de Palestina en la otra. Más de una vez sus compañeros de protestas lo tuvieron que sacar en volandas para salvarle la vida pero finalmente un francotirador del ejército israelí lo asesinó de un tiro certero. Han acabado con un héroe pero, los que teniendo uno de los ejércitos más poderosos del mundo llaman terroristas a los que defienden, con insultos piedras y navajas, su tierra han fabricado un mártir y un ejemplo a seguir.

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