NAVIDAD
Hace años, cuando las familias no disponían de los medios económicos actuales, no necesitaban del consumismo para celebrar nada. Aunque muchos crean que las grande superficies son las que impulsan y mantienen la Navidad con su iluminaria y publicidad, no es así, solo se están promocionando así mismas, sabedoras del consumismo galopante y desenfrenado actual; nos llevan por donde quieren, nos manejan y pronto estas fiestas ya no tendrán connotaciones diferentes a cualquier jolgorio del año, salvo la despedida de un viejo año y la llegada de la incertidumbre de uno nuevo.
La parte religiosa, ya hace años se quedó en el olvido, de los adornos navideños, el belén se queda en minoría, el Papa Noel gana a los Reyes Magos y la misa de Gallo solo la siguen el cura y cuatro incondicionales. Salvo en las Catedrales importantes donde se lleva todavía aparentar lo que no se es. Hay que lucir los abrigos de visón, arrepentirse de los pecados de todo el año, para volver a empezar: Nosotros pecando y Dios perdonando. Al menos, eso creen muchos, aunque Dios es bueno, no es bobo. Se puede perdonar una, dos y diez veces, pero setenta veces setenta, no hay Santo que sea tan ingenuo. Por ello, el próximo año seamos un poquito más buenos todos, no esperemos de Dios, lo que nosotros no estamos dispuestos a dar.
Estas fiestas, antes tenían algo, se respiraba amistad, compañerismo y familiaridad; iban más allá del sentido religioso que todos compartían. Los ánimos estaban pletóricos, la cordialidad y solidaridad emanaba sin previsión alguna. Las buenas maneras imperaban en el ambiente con un sentido generalizado de animosidad cargado de buenas maneras con sentimientos a flor de piel, donde se compartía todo, donde nada había.
Se convidaban unos a los otros, se saludaban entre todos con efusión y sentimiento, se participaba de esa alegría que del aire emanaba, ya fuera en el trabajo, con amigos, la familia o vecindad. Todo era hermoso, uno se sentía orgulloso de formar parte la raza humana, tenía valores compartidos por todos. Esos que se echan en falta actualmente, dudo que alguien los preserve a la altura de aquellas gentes privadas de bienes materiales, pero millonarias en dignidad y saber estar, supieron honrar su vida hasta el final. Son la parte triste de estas fiestas, su recuerdo nos hace echarles de menos, es que no hay personas con aquellas cualidades, ahora toca el individualismo, aparentar, sobresalir, competir, ignorar y vivir. Ya no hay ese pedigrí de bondad, alegría y entrega sin nada a cambio. ¿Quién no recuerda padres, abuelos, vecinos, amigos y conocidos que nos dejaron huella imborrable?
Dios existe, no tengo duda alguna. Pero, nosotros formamos parte de él, no le rebusquemos entre las nubes o en las Iglesias revestido de Obispo que vive en áticos de lujo. Dios está entre las gentes necesitadas, las que nos piden ayuda, los refugiados, los enfermos, las madres que no tienen para dar lo necesario a sus hijos, en los autónomos que se las ven y desean para vender y crear, en los parados y dependientes, en los empresarios que reparten los beneficios equitativamente con sus empleados, en los pensionistas y trabajadores que tienen la incertidumbre de un sistema laboral y económico sin garantías, protección y futuro... está entre nosotros, cada cual carga con la sombra de su propio Dios. Su conciencia le dirá si existe Dios o el Diablo en él.
Por ello, les deseo a todos unas Felices Navidades, y que el próximo año tengamos unos políticos entregados a hacernos fácil la existencia y que nosotros seamos participes de ello.
Un abrazo y un beso enorme para todos mis amigos, enemigos, familiares y desconocidos.
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