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Ganaderos y ecosistema

2 de Enero del 2018 - José Viñas García (OVIEDO)

Querer conjugar en una comunidad tan pequeñita cómo Asturias un ecosistema donde los animales y plantas puedan compartir el lugar sin intermediación de la mano del hombre, es simplemente un sueño cómo el de los independentistas. En dicha intermediación, lo primero que debe prevalecer es la supervivencia de las personas, donde esa cadena alimenticia se romperá sin remedio: los animales salvajes peligrosos, el exceso de manadas, piaras, bandadas y plagas deben ser reguladas y exterminadas si fueran un peligro para la salud, tranquilidad y vida de las personas. Tienen que tener en cuenta además de la extensión del territorio, la posibilidad de cada especie de reproducirse por sí misma sin alterar la vida de las familias del lugar ¿qué posibilidades tienen de abastecerse y cebarse por sí mismas? ¿Si existen los animales, las plantas, frutos y árboles apropiados para ellos sobrevivir? Eliminado de su dieta ¡claro está!: los animales domésticos, los frutos y cultivos de las gentes.

¿Cómo se sustentarán? ¿Por qué en los zoológicos en vez de encerrarlos y alimentarlos, no los sueltan por la Casa de Campo, el parque San Francisco o el de Isabel la Católica? Es pura lógica y sentido común. Además tengan en cuenta, ya lo vemos aquí con los jabalíes por las ciudades, el peligro tremendo por las autopistas y en otros estados de países que los protegieron tanto; el peligro ahora lo tienen en las ciudades donde esos animales salvajes se pasean día y noche atemorizando y matando gente. No es broma, primero echamos a las gentes de los pueblos (porque no pueden cohabitar con semejantes depredadores que les atemorizan y les roban el pan, su medio de vida, matando a sus animales y destrozando cosechas y frutos) luego las alimañas tendrán vía libre para caminar autopista adelante directos a las grandes urbes. Si alguien regulaba y conservaba el ecosistema adecuado y ajustado a las circunstancias del lugar, eran las gentes de los pueblos ¡No los echen!

Alguno dice que los ganaderos afectados por ataques de lobos, osos y jabalíes son un porcentaje mínimo ¡no tan mínimo! Teniendo en cuenta que muchos dejan la actividad ganadera y el campo (ocurre como con el paro de Rajoy, disminuye porque los jóvenes se van y otros cansados de solicitar ayuda y nadie se la da, ya dejan de figurar en lista oficial) otros muchos ganaderos no dejan sus animales sueltos por el monte o los prados lejos de casa, lo que les ocasiona trabajo y gasto añadido, por mantenerlos en las cuadras y fincas cercanas. ¿Ustedes tendrían ovejas, cabras, terneros y potros sueltos por los montes? Pregunta sencilla y más fácil la respuesta ¡No! ¿Por qué antes ¡sí!? Había lobos, jabalíes y bichos a repartir, lo que no había era sobre-exceso de ellos.

Querer mantener un ecosistema que contenga todas las especies de animales en una zona tan reducida como Asturias es imposible, claro que algunos dirán que la cadena alimenticia por arriba se queda en el oso ¿por qué no en el león y los elefantes? por abajo según pretenden serán las personas, ya que, si las limitamos a proteger manadas y plagas, no tendrá otra opción que irse a la ciudad a buscarse otro sistema de vida, lo cual es cruel a todas luces, sería igual que a un médico, aparejador o administrativo que llevan años en la ciudad trabajando, les desplazamos a buscarse el sustento a un pueblo de ganadero y agricultor sin tener ni idea y preparación para ello.

No vale dialogo entre ecologistas, animalistas y ganaderos o agricultores; ya que el único diálogo de los primeros es implantar un hábitat donde campen a sus anchas todo bicho viviente que haría la vida imposible a los segundos. Pasa exactamente igual al diálogo que piden los independentistas, que no es otro que cambiar todas las normas establecidas para ellos salirse con la suya.

El único diálogo es entre los políticos, disposición a un estudio a fondo, que disipe esta controversia absurda de querer implantar en Asturias un parque natural similar a las grandes extensiones salvajes de otros inmensos y despoblados parajes.

José Viñas García, Villamiana (Oviedo)

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