Quid est veritas
Los finales de los años naturales los comienzos de los siguientes son épocas de valoración del de decurso de los primeros y fijación de propósitos para los segundos. A este respecto, en la España de nuestro tiempo, creo que es necesario referirse a un valor que, desafortunadamente, no ha estado muy presente a lo largo de 2017 y que deseo fervientemente adquiera la importancia que merece. Me refiero a la Verdad. Con mayúsculas, referida a la vida social ordinaria, a la Historia, a la educación, a la política, en fin, pues la pregunta retórica que se formulaba Poncio Pilatos ante Jesucristo, hoy ya no suele responder a una duda metódica sobre lo que uno piensa, sino que se convierte en una "certeza" -en muchas ocasiones, naturalmente falsificada- de nuestra opinión, que ha de ser respetada por los demás simple y llanamente por ser eso, "mi criterio".
La primera manipulación de la Verdad comienza con el falso respeto al primero de los derechos humanos, el derecho a la vida, pues al tiempo se asume legal ( esperemos que se rectifique esa aberración jurídica), que no moralmente, su "derecho" contrario, el "derecho a matar" -que continúa hacia la eutanasia-, de forma que se minusvaloran y ocultan los datos sobre el número de abortos producidos en España a lo largo de un año (los últimos datos corresponden a 2016, suman 93.131, según datos del Ministerio de Sanidad), mientras que se muestran con redobles de tambores de guerra las cifras de las 48 mujeres asesinadas en la mal llamada violencia de género (datos a 28 de diciembre de 2016). Naturalmente es una desgracia para la sociedad que exista una sola muerte, tanto de mujeres como de hombres (el Observatorio de Violencia no recoge las víctimas masculinas por parte de mujeres) pero, comparando el número, ¿qué sucede con la atención a las 1.200 víctimas de accidentes de tráfico de 2017? ¿O con el dolor por los más de 1.300 menores de edad que permanecen desaparecidos en España? Pero, claro, si tenemos en cuenta que las medidas del pacto contra la -insisto- mal denominada violencia de género prevén una financiación de 1.000 millones de euros en cinco años, ¿no será porque hay mucha gente interesada en que siga existiendo tal violencia?
La Verdad es que, desgraciadamente, desde los poderes públicos se trata de encubrir el acoso a la familia, al intento de su destrucción, banalizando su concepto jurídico a partir del propio rito (manifestación externa de la voluntad de unión) del matrimonio, la legalización del matrimonio homosexual y la facilitación irresponsable de su ruptura en vez de velar por la verdadera raíz de su nacimiento que es la idea de la estabilidad, sin perjuicio naturalmente de su disolución ante causas graves.
La Verdad es también que no sólo no se incentiva la natalidad, sino que tampoco se muestra la gravedad del problema demográfico ante el que nos encontramos en España con el nivel más bajo de natalidad del mundo y, por supuesto, por debajo de la tasa de reemplazo generacional lo que, como bien señala Alejandro Macarrón, nos aboca a nuestro suicidio como sociedad... Pero eso sí, se traslada, en la atención de los medios de comunicación, la preocupación por los hijos hacia la preocupación de las mascotas, llegando a plantearse la aprobación de presuntos "derechos de los animales".
La Verdad es que se entiende la educación como instrumento de adoctrinamiento de los menores, enfocando tanto la consideración social de la normalidad como la propia Historia de España hacia "realidades" inventadas que nada tienen que ver lo vivido, pasado y presente, sin distinguir, en palabras de José María Contreras, entre lo normal, adecuado a la realidad, y "lo corriente", que se repite con cierta insistencia.
La Verdad nos muestra que hoy en España los intereses partidistas y egoístas están por delante de las necesidades y preocupaciones de los ciudadanos, por lo que somos los ciudadanos los que, en primer lugar, debemos sensibilizarnos acerca de ello y en segundo, actuar, individual y colectivamente, en consecuencia.
La Verdad, en fin, ha de ser buscada y defendida por todos y cada uno de nosotros, adquiriendo para ello el conocimiento necesario para llegar a ella, impidiendo de este modo la manipulación de nuestra vida por aquellos que sólo buscan su interés, económico y de poder.
José Luis Lafuente, doctor en Derecho, abogado, Oviedo
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