Bajar el volumen a quien no lo merece
Dos noticias que se entrelazan con facilidad. Una aparece en esta misma sección, un ciudadano cuenta como a su novia le tocó el culo un borracho a quien justifica el círculo de presentes que encarna el general pensar; "dejále, lo hace sin maldad" vienen a decir. Para colocar las cosas en su sitio imaginemos al beodo largarse sin pagar del bar, nadie hubiera intercedido ante él si el dueño del local le propinara algunos empujones, un decir, "dejale, lo hace sin maldad", o si pinchara los neúmaticos de algunos coches.
La otra noticia es la de unos supuestos abusos de unos jugadores de fútbol a una menor. Algunos compañeros de equipo ponen la mano en el fuego sin dudar. Más allá de lo que los tribunales sentencien, y ante la contingencia de que no se les declare culpables, me admiro de que a los colegas no les quepa duda. No es que se sientan sorprendidos, es que están rotundamente seguros de que no hubo delito. La cofradía se enroca.
Ambas situaciones, vendimiadas de entre miles, tienen un patrón común, y es que se tiende a suponer que a las mujeres les pueden ocurrir ciertas cosas por que le son propias, son peajes de su sexo. Un tipo ebrio las puede tocar el trasero, eso sí; sin maldad, de la misma manera que una caterva de matones las puede violar porque están celebrando una despedida de solteros y encima ella lucía escote.
Por encima de los hechos, estos y otros, sobrevuela una aceptación de ellos, una condescendencia establecida en la sociedad entera contra la que debemos luchar rompiendo inercias en las que de una u otra forma participamos. Las circunstancias dominantes, las prácticas habituales, la resistencia al cambio, no tienen ninguna dignidad especial; son índice de estancamiento, no es mío, es de Innerarity, pero define con nitidez lo que le pasa a este mundo en el que vivimos: un panorama estancado que obstruye la solución a un desequilibrio.
Y en esa guerra todos tenemos una responsabilidad, eso incluye a la prensa, que debería cuidarse con según qué cosas publica. Ya va siendo hora de no dar voz a algunos botarates que vuelcan su énfasis en apelar contra el feminismo. Todas las causas justas y nobles tuvieron alguna sombra, no es de recibo consentir que para ésta y a estas alturas se le de tanta voz a quienes se empeñan en señalar las carencias como si ellas definieran al todo.
Urge un pacto ético al respecto. Ya va tocando aislar a quienes ya están fuera. Nadie les puede impedir que griten, pero que lo hagan en el páramo. Para poder avanzar los demás.
José Luis Peira, Oviedo
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