Echo de menos
En estas fechas maravillosamente familiares y donde todo el mundo se quiere más y mejor, el recibimiento a SS.MM. los Reyes Magos de Oriente se convierte en un motivo más de alegría y ejercicio de sonrisas. Y yo, asistente fiel a este acto desde que soy niña, el viernes me fui a su encuentro por las calles de mi Oviedo del alma.
Y llegaron. ¡Claro que llegaron! En medio de un griterío de ilusiones, de llantos, de vergüenzas, de alegría, de inocencia.
Pero también aparecieron en medio de empujones entre mayores por hacerse hueco junto a las vallas. De padres cariacontecidos, de pocos vítores y escasos aplausos.
¿Qué nos está pasando?
Quizás las temperaturas bajas helarán en muchos las ganas de fiesta. Quizás los séquitos de SS.MM. daban más miedo que otra cosa con sus vestimentas vintage. Quizás los temas interpretados por alguna banda de música adivinaban la llegada del paso de la Virgen de las Angustias más que el de algún príncipe o sultán.
Echo de menos más animales en la Cabalgata. Los que despertaban risas y olfatos.
Echo de menos mucha más interacción entre los ayudantes de los Reyes y los niños. Entiendo que vengan cansados del viaje, pero algunos tenían cara de querer marcharse cuanto antes.
Echo de menos los villancicos en español, las panderetas. Grupos corales cantando en el desfile para animar la fiesta y quitar el frío.
Pero, sobre todo, echo de menos a Melchor, Gaspar y Baltasar sacando caramelos a puñados de sus arcas.
Tome nota, Sr. Concejal de Festejos, quizás el año que viene, cuando vuelva a recibirlos en el Ayuntamiento, pueda ofrecerles su colaboración para la carga de esos miles de caramelos que cientos de niños siguen esperando.
¡No sé qué nos está pasando la verdad! Pero yo seguiré esperando, como cada año, a que vuelvan a visitarnos a esta hermosa ciudad con la ilusión del primer día que salí a su encuentro.
Carmen Viejo Fernández, Oviedo
Carmen Viejo Fernández
Oviedo
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