En solidaridad con Pepe el Ferreiro
Querido amigo Pepe:
En estos momentos tan tristes quiero transmitirte públicamente mi solidaridad, que se une a las adhesiones que estás recibiendo estos días.
Ya sabes que cuando el capitán (tú) y la tripulación (nosotros) están unidos es preciso más que un temporal para lanzar la nave a tierra.
Siempre he sentido por ti una gran admiración y ahora compruebo que ese sentimiento es multitudinario.
Me vienen al recuerdo unas hermosas palabras que te dirigió Pedro de Silva con ocasión de su disertación sobre lo que él denominaba "profundización autonómica", que no era otra cosa que ahondar en nosotros mismos, a propósito de cuya reflexión puso el ejemplo de Grandas de Salime y de sus dos grandes valores históricos, el Museo y el Chao San Martín –es decir, tus dos grandes obras–, como revulsivo de un concejo.
Decía Pedro de Silva que "el castro y el museo interactúan, se dan explicaciones uno al otro con dos milenios por el medio. Grandas, en buena medida, vive hoy pendiente del museo, que es uno de los más visitados de Asturias, y también cada vez más del castro. Ese juego sorprendente y sutil es ya uno de los activos económicos y sociales del concejo, y todos allí lo saben".
De ambos, sobre todo del museo, eres el creador, acopiador, benefactor y protector. Sin ti el museo se queda sin alma. Pepe el Ferreiro y el museo forman una unidad indisociable, inescindible. El uno sin el otro produce inexorablemente una pérdida de valor del todo.
Pedro de Silva también te admiraba, y ya sabes "dime quién te admira y te diré quién eres".
Pedro de Silva no lo hubiera hecho. Bien es cierto que era un político, pero, sin embargo, o a pesar de ello, un señor.
En estos días se ceba en ti la adversidad, pero tengo plena confianza en que las dificultades servirán para estimularte y no para enfriarte el ánimo.
Recupera el espíritu de los ferreiros y recuerda que el mejor modo de resolver una dificultad es afrontarla, no soslayarla. Sólo hay una manera de resistir bien el frío, y es estar contento de que haga frío.
Recuerda también que los grandes hombres son como las más hermosas flores: crecen a pesar del estiércol que echan sobre ellos los imbéciles y los envidiosos. Un alma grande como la tuya está por encima de la injuria y de la injusticia. Cada persona forja su propia grandeza; los enanos seguirán siendo enanos aunque suban al Everest.
Se te imputa un carácter difícil porque has hecho de la verdad tu bandera; también un lenguaje contundente. Aunque así fuera, sólo los grandes hombres pueden permitirse el lujo de tener algún defecto, y las palabras adornadas no son sinceras. La libertad es un lujo que no todos pueden permitirse y su uso es una virtud, no un vicio.
Recuerda también que Dios puso límites a todo menos a la estupidez humana y la estupidez insiste siempre.
Ten presente que se puede matar al soñador, pero no al sueño.
En tu última aparición en el porfolio de las fiestas del Salvador de Grandas de Salime te autocalificabas como un tonto sentimental y un iluso.
No olvides que lo que sale del corazón nunca puede ser ridículo y la ilusión no es más que una agradable sensación de esperanza.
Como además de amigo soy tu abogado, recuerda también que el que ríe el último ríe mejor y que la tremenda injusticia y escarnio público que han cometido contigo no dudes que serán reparados por los tribunales de justicia.
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