Cataluña, el Padre Ángel y la paz
Cataluña, 21-D, el partido más votado es Ciudadanos, por lo que resultado el ganador de unas elecciones en las que la rebeldía y el separatismo enfangaron sus urnas. Pero el partido de Albert Rivera no gobernará porque no tiene mayoría parlamentaria, que parece ser que la van a conseguir, con apaños y componendas, los que ensuciaron las urnas. Vergonzoso e indignante. Y hasta antidemocrático tenía que ser, porque quien debe gobernar es el partido más votado. Pero como la ley electoral carpetovetónica no es más que un gran marrón, puede ocurrir que Cataluña termine siendo una república y una nación. De coña y pandereta. Y presidente, Puigdemont, que sigue en su rico exilio de Bruselas haciendo el payaso y tocando el violín.
Por mucho que “esbabayen” los sediciosos y separatistas, el triunfo de un partido como Ciudadanos, democrático y constitucional, demuestra que el pueblo de Cataluña no está con toda esa tropa sediciosa y separatista, y sí con España como una comunidad más de la misma. Por eso Ciudadanos es quien tiene que gobernar allí, y que Cataluña vuelva a ser una región rica, culta y poderosa, que un sedicioso separatismos estaba cavando su fosa. Y a otra cosa, mariposa.
Una vez más, esta Navidad ha sido triste y dolorosa para aquellos hermanos nuestros que no tienen techo o no tienen pan, que son miles y miles cuya tragedia humana pasa desapercibida para los que lo tienen todo, viven en la abundancia y el despilfarro cuando podía, de alguna manera, remediar tanta hambre y necesidad como hay por todas partes. Pero para eso, naturalmente, hace falta tener corazón y no un bloque de hielo, que no derrite ni el fuego.
Afortunadamente, no todos los corazones están blindados por el egoísmo, la ambición y el dinero, y así vemos cómo el Padre Ángel, honra de Asturias y Mieres, que es el mejor ejemplo a oponer a los grandes poderosos con corazón de hielo. Mensajeros de la Paz es una obra social y cristiana creada por el Padre Ángel para atender y remediar tanta hambre y necesidad como abunda por todas partes, sobre todo en las grandes ciudades, hambre y necesidad como abunda por todas partes, sobre todo en las grandes ciudades, hambre y necesidad que son más angustiosas en la Navidad. Y en la iglesia de San Antón, en Madrid, ha tenido el Padre Ángel su cuartel general, con puertas abiertas, día y noche, durante estas fiestas, para dar cobijo, calor, pan, cariño y fraternidad a tantos hermanos nuestros que viven en la calle o en ella practican la mendicidad. El Padre Ángel, y sus mensajeros de la paz, han sido un ejemplo de amor al prójimo y de solidaridad, en unas fiestas navideñas que para tantos hermanos nuestros fueron tristes y dolorosas, sin alegría ni felicidad. Que se desbordó en los poderosos de corazón de hielo, hermanos nuestros también, que banquetearon a lo grande con el más costoso champán.
La Navidad, con sus alegrías y tristezas, ya es historia, y la vida sigue igual. El nuevo año ¿quién nos traerá, en España y en el mundo? Seguro que todo seguirá igual porque, si no es peor, seguirán faltando la convivencia, la solidaridad, el buen entendimiento entre las gentes de buena voluntad. Y como consecuencia, la paz. Que, en realidad, no existe, es un sueño, una quimera, un espejismo en la Navidad, efímero que, como la felicidad, son momentáneo, circunstanciales, y con ella se van, como el turrón y el champán. Como toda la parafernalia de la Navidad.
De una manera generalizada, y salvo excepciones, la paz que nos trae la Navidad suele ser más bien casual, propia del momento navideño, y en muchos casos, muchísimos, es interpretada y expresada de una manera no sentida, hipócrita, falaz, porque los que así la manifiestan son personas que carecen de esa buena voluntad, de la que es portadora también la Navidad. Y así vemos como después, en el humano caminar en el que todo vuelve a ser igual, con los mismos odios y rencores, envidias y ambiciones, zancadillas y todas esas miserias que el hombre porta en ese humano caminar.
Bueno, pues que la paz sea verdadera para todos en esa Navidad, con ilusiones y esperanzas, y que perdure para siempre, sobre todo políticamente, en nuestra sociedad. En una España unida y solidaria que, en la UE, sea un ejemplo a considerar e imitar. Y para todos, amigos, feliz año. Y la paz.
Ricardo Luis Arias, Aller
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