El respeto por lo público
Mucho se está hablando estos días sobre la "aventura" (término por ellos utilizado) de los siete chicos que decidieron subir en coche de madrugada al Angliru a pesar de estar el puerto cerrado y de las advertencias climatológicas por todos conocidas.
Se hacen mil comentarios alrededor de los muchos aspectos del asunto, pero hay una cuestión en la que nadie parece haber reparado: la concepción de lo público por parte de buena parte de la sociedad, en este caso asturiana.
Viene esto a cuento del hecho mismo de llamar al 112 en el momento de quedar atascados en la carretera y del desafortunado, pero importante, comentario de uno de los implicados al operador de emergencias: "Y los equipos de rescate ¿para qué están entonces?". Recordemos la situación y las circunstancias: siete jóvenes se aburren y deciden subir el puerto de montaña con la alerta oficial ya lanzada, el puerto cerrado, la nieve cayendo y con ropas absolutamente inadecuadas. Cuando no pueden continuar se encuentran a cuatro kilómetros del área de Viapará y a pocas horas del amanecer.
Y ese es el mágico momento en que se les enciende la bombilla y, para redondear su aventurera noche se dicen: "oye ¿por qué no llamamos al 112 y que nos envíen un helicóptero, un quitanieves, una ambulancia y un equipo de profesionales? ¡Así somos prota total!". Claro, todo eso lo paga el erario público, es dinero de todos, se puede malgastar...
Ignoro qué educación recibieron en su casa, aunque me hago una idea. Pero es evidente que no se les inculcó la importancia de una correcta gestión de los recursos públicos, siempre escasos, y que implican aplicarlos dónde y cuándo son realmente necesarios. Los equipos de rescate están para utilizarse en situaciones extremas de accidente, riesgo para las personas, catástrofes, atención a personas impedidas por cualquier situación o circunstancia... pero no están, claro que no están, para evitar caminar unos kilómetros a unos desocupados que a las tantas de la madrugada no saben qué hacer.
A todo esto, hay que recordar que sí les llegó ayuda, puesto que la Guardia Civil sí desplazó una patrulla que, finalmente, les recogió. Vuelvo a decir lo mismo: la Guardia Civil también está para otra cosa.
Llama igualmente la atención el que no aprendieran la lección, y varios días después cuelguen en las redes la famosa conversación con el 112 y afirmen, desafiantes, que volverán a repetir "la hazaña" (¡hazaña!!!). ¿Qué futuro le espera a este país cuando hay jóvenes que van por la vida sin nada en su cabeza y pretendiendo que los recursos del Estado se vuelquen con ellos cuando se les ocurre cualquier estupidez?
Ni que decir tiene que de la conversación divulgada no se desprende ninguna falta de respeto ni ninguna burla por parte de los profesionales del 112. Más bien se deduce que estas personas se están mordiendo la lengua y teniendo una paciencia que yo, por ejemplo, no hubiera tenido. Y sobre esto decir que critico abiertamente al Gobierno asturiano por abrir un expediente informativo dejándose llevar por la repercusión mediática del caso, cuando objetivamente no existen datos que lo justifiquen.
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