El mito de la convivencia de las tres culturas
Acaba de finalizar el discurso del señor Zapatero en su famoso «desayuno cristiano» con el señor Obama. No se puede entender cómo es posible que tanto desde el Gobierno como desde otras muchas instituciones se ponga continuamente como ejemplo de convivencia entre judíos, cristianos y musulmanes la España medieval.
Que sepamos por la Historia, los árabes invadieron la península Ibérica en el año 711, lo que trajo largos años de guerra entre cristianos y musulmanes, a veces en forma de grandes campañas y batallas, otras de razias, pero guerra permanente, hasta la conquista de Granada, último bastión árabe, en 1492. Aunque la cosa tampoco quedó ahí, porque los Reyes Católicos obligaron a convertirse a los musulmanes que se quedaron, los moriscos, los cuales fueron expulsados definitivamente de España en 1609.
Que sepamos por la Historia, los judíos en la península Ibérica, tanto bajo dominio cristiano como árabe (y vivieron épocas de mucho mayor esplendor bajo estos últimos) eran soportados, que no tolerados, a capricho del rey, conde, o gobernante de turno, unas veces sí otras no, ahora sí, ahora no; unas veces, aguantados; otras, asesinados; matanzas de judíos las hubo a todo lo largo de la Edad Media. ¿Convivencia de religiones? ¿dónde? No hubo prácticamente lugar de España donde los judíos no fuesen segregados y obligados a vivir en barrios separados, las juderías. Esto, hasta su expulsión o conversión, en 1492. Pero tampoco terminó ahí la cosa, porque los que se quedaron, los conversos, fueron perseguidos por la Inquisición durante siglos.
Que haya habido seres humanos sobresalientes de las tres religiones que convivieran, que colaboraran y que crearan grandísimas y extraordinarias obras, hermosísimos versos juntos, sí. Pero eso no significa que hayan convivido las tres religiones.
Hay que ser muy osados para presumir de tolerancia en España con la larga historia de intolerancia e intransigencia que llevamos detrás, y que todavía está sin superar, a raíz del último informe elaborado por la Universidad alemana de Bielefeld a petición de la Agencia Judía y el Ministerio de Asuntos de la Diáspora, según el cual España y Polonia son los dos países europeos con mayores prejuicios contra los judíos. Y quizá tampoco sea arriesgado afirmar que, desde hace algunos años, incluso ser católico en este país tiene ciertas connotaciones peyorativas.
Y hay que ser más osados aún para presumir de esto en los Estados Unidos, país en el que, saltándonos todos sus males y bienes, arrojas una piedra y cae sobre una mezquita, una iglesia, una sinagoga o cualquier religión que a uno se le pueda imaginar. Donde te invitan a una cena y probablemente estés compartiendo mesa con comensales de quince doctrinas religiosas diferentes. Aquí, como mucho, cenaríamos diez agnósticos, dos ateos, un cristiano católico apostólico y romano y el amigo que siempre está borracho.
Dejemos de contar historias y pongámonos a repasar, a estudiar historia, pero Historia. Quizás así consigamos por fin reconocer y, con ello, buscar soluciones a nuestros graves problemas de tolerancia.
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