Regala tu tiempo a tus hijos
Estas Navidades hemos podido reflexionar sobre la importancia de los regalos y el tiempo que compartimos con nuestros hijos.
Una de las reflexiones que he recogido y analizado es la de Ángel Campo por considerarla clara y acertada.
Ella ha sido para mí fuente y faro, luz y horizonte, sendero y meta.
Entre regalos y tiempo, al final casi todos los niños coinciden en que lo que quieren de papá y mamá es que compartan con ellos más tiempo para jugar al fútbol, a la videoconsola, a construir, a pensar; también para pasear, para correr, para contarles cuentos o historietas, para hacerles bromas.
Lo importante no son los objetos, sino tener a su disposición a papá y mamá.
Papás y mamás nos empeñamos en alegrarles la vida a nuestros hijos e hijas buscando el juguete de moda, el último modelo, el más caro, el más grande, el de más colorido. Pero, luego, tal vez nos olvidamos que lo importante de que regalemos uno u otro juguete no es el objeto, sino más bien que permitamos a esos pequeños que lo compartan con nosotros, que nos enseñen a jugar con él, que nos expliquen cómo funciona y, sobre todo, que a través de ese juguete nos tengan a su disposición un largo tiempo.
Vivimos atrapados por el trabajo, el móvil, las preocupaciones, el reloj o las actividades extraescolares. El tiempo se nos escapa velozmente y, lo que es peor, se nos escapan la infancia y los recuerdos de nuestros hijos/as.
Es más, muchas veces compramos regalos inadecuados para su edad. Así, vemos a niños y niñas de 8 años o menos que tienen teléfonos de última generación, mucho más potentes que los de sus padres; conexiones y acceso ilimitado a internet y a las redes sociales, equipos electrónicos tremendos, motos, drones..., para cuyo uso, en muchas ocasiones, no están capacitados ni tienen la madurez necesaria. Y luego vienen los problemas derivados de su uso; siendo cada vez más frecuentes los casos de “bullying” telefónico, el ciberacoso..., que son diferentes formas de acoso que además generan graves problemas físicos y psicológicos a nuestros menores.
Por otro lado, no es de recibo, y más grave aún si cabe, asumir tan a la ligera deudas y pago de intereses por comprar unos juguetes. Juguetes que la mayoría de las veces no son necesarios, ni beneficiosos para la familia. Esto es ya intolerable e inaceptable. Pues además, con estos comportamientos, lo que conseguimos es que los niños no aprendan ni virtudes, ni valores. El despilfarro va en contra de la coherencia y de la sensatez.
Otra situación es que estamos construyendo una sociedad en la que nuestros hijos queman etapas demasiado rápido, vertiginosamente rápido, de tal forma que cuando aún están en la infancia o preadolescencia, les estamos haciendo regalos de adultos para que vivan como adultos. Y el problema es que cuando llegan a los 18 o los 20 años, o incluso antes, ya no tiene ilusión por casi nada, pues ya han tenido en sus manos todo lo habido y por haber.
Y lo peor de todo es que quizás han tenido además una libertad sin límites para hacer lo que les da la gana, sin apenas responsabilidad por sus actos y las consecuencias de éstos.
Por otro lado, estos regalos cada vez les aíslan más del mundo y de la sociedad en la que viven. Pasan a vivir una realidad virtual, con amigos o conocidos en la red, amigos o conocidos con los que nunca tendrán contacto físico, y que a su vez les alejará y les hará perder la relación y el contacto personal con sus amigos de clase o del barrio.
En una ocasión a uno de mis hijos le regalamos una bicicleta, relativamente cara. Se la dejamos a la puerta de casa y tuvo que salir para verla. Cuando abrió la puerta, lo que más le llamó la atención fue la nieve que había en la calle y pasó totalmente de la bicicleta; prefería jugar en la nieve con sus papás y hermanos. En otra ocasión otro de mis hijos disfrutaba más con los envoltorios que con el regalo en sí.
Los niños/as necesitan jugar con los juguetes, no que los juguetes jueguen con nuestros hijos/as.
Por eso es bueno y necesario potenciar con nuestros regalos la imaginación, la inventiva, la inteligencia, el conocimiento, la creatividad y la necesidad de relacionarse físicamente con otros niños/as de su misma edad.
Seamos adultos responsables y sensatos y regalemos a nuestros hijos juguetes que les hagan realmente felices y que puedan compartir con nosotros, no juguetes que sirvan para justificar nuestra falta de dedicación personal hacia ellos, nuestro estatus social o nuestro afán consumista.
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