El privilegio de las langostas
Dicen que para cocinar las langostas, la práctica tradicional aconseja que sean cocidas vivas. Por eso, y pretendiendo erradicar tal costumbre, en Suiza, país donde parece que son muy sensibles con las desdichas de estos animalitos, su Gobierno ha decidido que, antes de ser cocidas, sean anestesiadas o aturdidas. Es lo bueno que tiene ser langosta: que además de ser destinadas a habitar selectas y exquisitas mesas, hay gobiernos que se preocupan por tus padecimientos. Porque, a diferencia de estos privilegiados animalitos, hay otros seres a los que se les aplican unos métodos igual de crueles para matarlos, pero acaban en cubos de basura y no suscitan similares sentimientos solidarios sobre sus comprobados padecimientos. Seres a los que se les aplican métodos que van desde el similar a la cocción, pero con productos químicos, hasta su despedazamiento quirúrgico, y algunos más que ni siquiera envidiarían las langostas. Pero la eliminación en vivo de estos otros seres no sólo no preocupa a los gobiernos, sino que se considera como la conquista de un nuevo derecho y un avance de la ciencia y de la humanidad. Se trata de simples seres humanos que son «cocidos» en el vientre de sus madres cuando están en gestación. Seres que tienen una extraña y exacta apariencia con esos bebés recién nacidos que tanto nos conmueven cuando son abandonados o reciben el más mínimo gesto de maltrato.
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