FORASTERO PERENNE
Vivo en ciudades ajenas desde hace tiempo, justo desde que nos separamos. Una tras otra van jalonando la geografía de mi existencia, pero sin ahondar en ella. Estancias de semanas, o de meses -etiqueta sobre etiqueta en cajas sin abrir-, incluso cerca de dos años, la más duradera. Pero ni siquiera en esta llegué a colgar los cuadros en los tabiques del apartamento de turno: desembalé uno -aquella acuarela que me regalaste en Menorca-, lo miré, miré la pared que tenía frente a mí, lo volví a mirar y acabé por devolverlo al plástico de burbujas: puede que pesara demasiado. Y digo ajenas no por lo de extrañas -ignoro si lo son porque apenas llego a conocerlas-, sino porque no son mías, tal vez sean de otros, no lo sé, pero, sin ti en cualquiera de ellas, la ciudad no es mía.
Vivo en ciudades ajenas, urbes que van conformando constelaciones de misteriosos trazos, sin un horóscopo definido. Soy el forastero perenne. Harto extrañado quedo cuando, esperando encontrar la dirección de un hogar, leo el domicilio de mi DNI y solo descubro señas ajenas. Hace tiempo que no lo renuevo, ¿para qué? Cansé de pedir bajas y altas en padrones de ciudades siempre ajenas, ciudades cuyos nombres olvido casi antes de haberlos aprendido.
Para mí solo habría una ciudad propia, la que te alberga, y quizás tampoco. No fuimos muy felices en ella, la verdad, y al final... ahí quedaste. ¿Cómo pudiste dejarme?, ¿por qué?, me repito una y otra vez; aunque a veces pienso, ignoro el motivo, que a última hora fui yo quien te abandonó ahí.
Conociendo tu pasión por el mar -y a falta del Mediterráneo francés- hubiera sido el summum encontrar como testigo sempiterno de tu morada el Cantábrico de Cudillero o de Luarca, pero no tuviste oportunidad, lo sé. En cualquiera de estos casos iría a leerte, a la sombra de un salobre ciprés bajo el sol de cualquier estación, a Paul Valéry, tu preferido:
[...]
«Prieto, sacro, pleno de fuego etéreo,
trozo de tierra ofrecido a la luz,
me gusta este lugar, sitial de antorchas,
hecho de oro y piedra y turbios árboles,
mármoles trémulos bajo tanta sombra;
¡el mar fiel duerme allí entre mis tumbas!»
[...]
Pepe Paris
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

