Creo en Dios
Nadie cómo la propia Iglesia ha hecho tanto para alejar a las gentes de ella. No hace falta recordar tiempos crueles con las Cruzadas Santas e Inquisición. Se nos queda muy reciente el cómo paseaban bajo palio a dictadores, dándoles la comunión sin confesar sus crímenes. Que decir de algunos curas y Obispos que utilizaron y consentían el derecho de pernada, señores de "horca y cuchillo" - Quizás por aquello del voto de obediencia.
Luego, ya más cercanos a nuestros tiempos, va reflejándose y aflorando la verdadera realidad de unas personas que prometieron ante Dios, el Papa y los presentes (que son cómo ellos) votos de: pobreza, obediencia y castidad. Pero, muy pocos se conforman con quedarse anclados a su juramento, se les ve por el jardín, se les intuye en áticos de lujo, conduciendo coches de primera, en buenos restaurantes, expertos en las nuevas tecnologías, etcétera. Sobre la castidad mejor dejarlo ahí, quedarse con que son simplemente personas.
Por todo ello, que nadie se rasgue las vestiduras, preferimos seguir cerrando los ojos, tenemos miedo al castigo divino si decimos alto y claro que esos votos religiosos 'son y no debieran ser', son la prolongación de un apostolado anticuado para gente de hoy, que se aprovecha de jóvenes imberbes, para hacerles prometer, adoctrinándoles y haciéndoles creer que solo por ser curas, Dios les hará Santos a base tiempo, les iluminaria el camino y les haría diferentes a todo hijo de vecino ¡pero no! Son de carne y hueso, tan imperfectos cómo cualquiera de nosotros ¿Por qué seguir con tanto juramento y celibato? No sería mejor licenciarles cómo portavoces y profesores de una religión sin más.
Jamás le confesaría a un cura cualquiera cosa que, no pudiera contar a mis padres, hermanos, amigos, mujer o hijos. ¿Qué beneficio no sacarían algunos curas con aquellas pobres gentes que les contaban sus miserias, debilidades e infidelidades? Dios, si es tan omnipresente, no necesita intermediarios para pedirle perdón por los pecados de cada cual.
Mis reflexiones son cosecha propia siempre, nada me dice que tenga pizca de razón, ya que muchas veces he tenido que tragarme y rectificar pensamientos errados. En éste tema, mis inquietudes no van más allá de lo endebles y débiles que somos, que muchos aprovechan para hacer su agosto a costa de nuestra ingenuidad, ideología, creencia o ignorancia. Me llena de satisfacción (cómo diría Suarez) el recordar mentes y grandes personalidades cómo el psiquiatra y escritor Juan Antonio Vallejo-Nágera, que sabedor que le quedaban solo dos meses de vida, los dedicó a escribir un libro, donde agradecía a Dios, la vida, profesión, amigos y familia que le dio hasta ese momento, también le agradecía el poder morir en paz y pidiendo perdón. Yo, no puedo ser menos, le doy gracias a Dios por hacerme tal y cómo soy, por darme una mujer y unos hijos mejores que yo, unos amigos que aunque muchos nos vemos poco, sabemos que estamos ahí, y, por supuesto no me cuesta pedir perdón a Dios y a todos cuantos pudiera haber dañado por ser cómo todos ustedes: Un perfecto imperfecto.
Si este Señor con su mente privilegiada y en tales momentos, se aferró a su fe con esa envergadura y fortaleza ¿quién soy yo para dudar de todo? Pues, con todo y ello, les aseguro que seguiré dudando hasta de mí mismo.
Da gusto escuchar también a su hija: Alejandra Vallejo-Najera, tienen algo casi espiritual, demuestra tanta sabiduría, saber estar y convencer 'algo así cómo alguien que piensa y se expresa a lo grande' Uno siente y aprende escuchándola, estimula y ayuda a buscar la felicidad en las pequeñas cosas, los pequeños momentos, todo tema que toca, está salpicado de fundamento, amor, esperanza y realidad, todo dirigido por una mente envidiable. Que les voy a decir: Creo en Dios.
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