Leonor

3 de Febrero del 2018 - Coro Junquera Lantero (Oviedo)

Ha tenido la suerte y la desgracia, como todo el mundo, el tiempo dirá en qué proporción una y otra cosa, de venir a este mundo marcada por el lugar, el momento y la familia donde nace.

Gustándome a mí mucho más su hermana y suponiendo que empeore la cosa pues entra en los "teen" y ya se sabe lo desagradecidos que son éstos, y no siendo yo demasiado monárquica, he de reconocer que me ha gustado el discurso que su padre le ha dedicado con motivo del Toisón.

A pesar de que en todas las familias todas las personas tenemos sus más y sus menos y trapos sucios y sucísimos, ¿quién no puede estar de acuerdo en que palabras como lealtad, sacrificio, honestidad, ejemplaridad, respeto a los demás, renuncia, sacrificio, espíritu de superación... son las adecuadas para decirle a un hijo, a cualquier hijo, cómo debe andar por la vida?

Me espanta la frase "educar en valores" pero considero imprescindible en la educación una serie de reglas que se han ido diluyendo en favor de cosas mucho más prosaicas, y así nos luce el pelo.

¿Dónde está la obediencia, el respeto, la exigencia, la responsabilidad...? Se quedaron por el camino cuando decidimos dar a nuestros hijos todo y más.

La alusión a la ayuda que tendrá de los que la rodean y especialmente a sus abuelos y la figura de don Juan, importante, pues para todos es necesario saber de dónde venimos y aprender de los errores y de los aciertos de nuestros antecesores.

Para muchos ha sido un acto caduco e innecesario, pero hay que recordar que Monarquía habemus como forma de jefatura de Estado y por mucho que se modernice implica una serie de tradiciones.

Cuando a un niño hoy en día le hablas de respeto, probablemente tendrá que ir a su tablet a ver el significado, ya no digamos de renuncia. Hasta hace como quien dice cuatro días los mimos y los caprichos no existían en la educación de los hijos. Desde hace más o menos cuánto, ¿una generación?, lo que prácticamente no existe es todo lo demás.

Quizás exagero, pero mucho me temo que, salvo excepciones, las cosas están más o menos así de exageradas.

Volviendo al acto en sí del Toisón, cuando estaba leyendo el discurso pensaba en que en la vida hay cuatro o cinco cosas fundamentales para bien y para mal y una de ellas puede que sean unas buenas tortas o bofetadas a tiempo (en tiempo de educar) que quitan las tonterías como por arte de magia, que centran que da gusto, que enseñan lo que no está escrito y que cuánta falta les hacen a tantos. Y quien dice bofetadas sabe que se está arriesgando a que le denuncien por maltrato, pero me apoyo en la jurisprudencia del juez Calatayud (don Emilio).

Y si no son tortas son otra cosa, pero algo que enderece y haga personas dignas.

Leonor, no sé lo que te espera en la vida, a priori has tenido mucha más suerte que millones de otros niños, ¿te han hablado ya de ellos?, de los que no tienen qué comer, ni qué vestir, ni dónde ni con qué estudiar.

Ojalá pertenezcas a la generación que cambie el rumbo de estas injusticias.

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