Opiniones con sentido y sin él
Uno se queja de que el AVE de Asturias a Madrid va tardar unos 20 minutos más que el mismo recorrido al de otro lugar peninsular, sin tener en cuenta estaciones, paradas, distancias y recorrido para acelerar y frenar a la máxima velocidad respetando la seguridad. Lo cual sin ser un experto en trazados, salir de Asturias y el recorrido dentro de la misma, no es lo mismo que empezar en planicie, seguir por llanura y acabar en liso. Como quien se queja de que cuando nieva aquí siempre hay problemas y en Europa ¡no! (que no es verdad, también se quedan atrapados y con aeropuertos cerrados) quiere comparar las autopistas de la planicie europea, a las enrevesadas y empinadas cuestas de nuestra Asturias.
Otro Señor se queja de que sus escritos no se los publican. Cada uno tiene sus opiniones, no siempre son tan importantes como para que un diario desperdicie páginas, párrafos o renglones; a todos nos ocurre, no me atrevería a exigir jamás que mis inquietudes fueran compartidas por los demás, es más, siempre pienso que no deberían ocupar un lugar en tan prestigioso medio.
Creo que todos abusamos en exceso de nuestras limitaciones y pareceres, está bien plasmarlas en un papel u ordenador, pero de ahí a pensar que deben ser colocadas en primera línea editorial, es tener el ego un poco subidito de tono. Creo, que todas, tarde o temprano (salvo que tengan insultos o insulsos) las publican en la página digital. Ahora bien, creernos que deben publicarlas todas en el diario impreso, es un tanto pretencioso.
Soy el primero en pensar que mis opiniones deben tener un sentido diferente, que aporten un sabor distinto a los platos que entre todos cocinamos.
Hay algo que me rechina, los halagos, recuerdos y agradecimientos que nos da a todos por escribir de vez en cuando, y creo que nada aporta y ocupa lugar. Yo puedo halagar y agradecer favores que no lo son, muchas veces a profesionales de nuestra sanidad, que simplemente poco favor les hacemos, ya que es su cometido, su obligación, su responsabilidad en tratar correctamente a todos los pacientes y familiares ¿por qué entonces se leen tantos agradecimientos? Qué decir del recuerdo que todos procesamos a amigos y familiares, todos tendríamos cartas a repartir. Pero lo que es curioso, o pernicioso, son las cartas de recuerdo por repique de conciencia, las que agradecen a los geriátricos y sus trabajadores el cuidado (que nunca es tal) que le procesaron a su madre o abuela. Yo diría, el que ellos no le entregaron. Siempre me decía mi madre, las flores dámelas en vida (mejor jamón del bueno) después de muerta la ceba al rabo. ¡Que razón tenía! Somos muy dados a llenar de flores los ataúdes, siempre pienso lo mismo, un ataúd repleto de flores, es el vacío recuerdo de una vida sin ellas.
No suelo criticar las opiniones de los lectores, cada cual se comporta y dice cómo sabe y su mamá le educó. Por ello, si alguien se siente aludido, solo decirle que no es mi intención despreciar a nadie en particular, si no el temario en concreto. Mis criticas siempre van más encaminadas a los políticos y servidores públicos que no cumplen su cometido. Sé que esto duele, alguno se sentirá dañado, pero ser políticamente correcto implicaría cerrar los ojos a nuestra propia dignidad. La vida hay que honrarla, uno, si quiere tener solo amiguetes, es dedicarse a contar bondades, ignorar maldades y hacerse ciego, sordo y tonto. Ese proceder no es mi forma de interpretar la vida.
Los caras duras, sinvergüenzas, corruptos y violentos, prosperan a la sombra de la cobardía de la buena gente. Avasallan más por el silencio de la mayoría decente, que por la maldad que hay en ellos mismos.
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