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Cuando ruge la marabunta al despertar los pensionistas

8 de Febrero del 2018 - Pepe Fuertes (Oviedo)

Coincidiendo con el final de estas pasadas Navidades comenzó a circular por las redes, especialmente por el Whatsapp, una convocatoria anónima dirigida a los pensionistas en la que se nos pedía acudir a las plazas de los ayuntamientos los jueves a las 12.00 horas a partir del 11 del pasado mes de enero para defender las pensiones públicas. Uno, que está acostumbrado a recibir mensajes con la petición final “pásalo!”, para más tarde constatar en la mayoría de los casos que no tuvieron trascendencia, esta vez fui sorprendido por el agradable jaleo que se estaba produciendo como consecuencia del mensaje de marras, pues esa convocatoria, en cuestión de un par de días, había logrado hacerse viral, y a mí, ese virus -de los buenos- que estaba produciendo un ruido de fondo en todo el país, me retrotrajo a finales de los años cincuenta y principio de los sesenta del siglo pasado, cuando, encajado en la butaca del cine y con la vista clavada en la pantalla de cinemascope, sentía el “rugir de la marabunta”, emocionante murmullo de un inmenso enjambre de hormigas guerreras que teñía de millones de puntos rojizos toda la ladera que resguardaba a una plantación de cacao en Sudamérica, enjambre que avanzaba amenazante hacia la hacienda de cacao ("Cuando ruge la marabunta", Charlton Heston, Eleanor Parker y otros actores y actrices, a las órdenes de Byron Haskin).

Esa misma sensación fue la que experimenté cuando mes y medio antes del 15 de mayo de 2011 (15-M) un amigo del colectivo Democracia Real Ya (DRY) me llamó para pedirme la colaboración para trabajar conjuntamente con Juventud Sin Futuro y otras personas independientes. Coincidíamos en aquel momento en que en la sociedad había un amplio consenso en torno a la degradación del sistema político vigente -lo llaman democracia, y no lo es…, cantábamos- por lo que debíamos trabajar para organizar una gran manifestación en las calles y plazas de las capitales de provincias. Tras unas semanas de debates presenciales y con ayuda de las incipientes redes sociales, salimos -salieron como caídos del cielo, según los expertos sociólogos y politólogos- miles de ciudadanos y ciudadanas aquel histórico 15 de mayo de 2011. Aquí, en Oviedo, un puñado de compañeros madrugamos casi con la salida del sol para preparar en la plaza de la Escandalera la pancarta de cabecera que al mediodía nos sirvió (vease la portada de LA NUEVA ESPAÑA del 16/5/2011) para conducir la manifestación desde allí hasta la plaza de España, donde la Charanga Ventolín y una Tamborrada Feminista amenizó los momentos que precedieron a la lectura del indignado manifiesto.

Por increíble que parezca, desde hace unos meses estoy reviviendo otro nuevo run run como el de la metáfora de la marabunta. Se trata en este caso del cabreo colectivo de nosotros, los nueve millones y medio de este sufrido colectivo de pensionistas, una parte de los cuales llevamos ya algunas semanas acudiendo a las plazas empujados por la reiterativa “subida” del 0,25% y otras lindezas con las que nos obsequia la señora ministra Fátima Báñez. Y como no hay dos sin tres, esta tercera sensación que tengo es que el 22 de este húmedo mes de febrero abarrotaremos las calles y plazas de esta piel de toro muchos miles de pensionistas y futuros pensionistas. En nuestra comunidad autónoma, la Delegación del Gobierno ya tiene constancia en su fax en tiempo y forma de que los pensionistas y futuros pensionistas de Asturias ocuparemos en manifestación varias calles de Oviedo partiendo a las 11.30 horas de la estación de Renfe.

Y repetiremos esas acciones hasta que nuestro rugir venza a la sordera del Gobierno y recuperemos los derechos que nos está quitando.

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