PNN/PROF.ASOCIADOS
El próximo mes de Mayo se cumplirá medio siglo de uno de los acontecimientos que marcaron el devenir de la política, de la sociedad y de las costumbres, al menos de la sociedad occidental del último tercio del siglo XX: El Mayo del 68. Hay quien ha pretendido equipara aquel histórico acontecimiento con lo ocurrido alrededor del 14-M. Sin negar el valor que ha tenido el movimiento 14-M, especialmente en España con el nacimiento de nuevas fuerzas políticas (Podemos/Cs), no obstante, nada tiene que ver un movimiento con el otro.
Más allá de la política, Mayo del 68 marca un antes y un después en las sociedades occidentales que, inmersas en la guerra fría y condicionadas por la amenaza soviética, asumieron estilos y roles de gobiernos infectados de autoritarismos y poco proclives a abrir las ventanas para escuchar a la gente. Debajo de los adoquines de Paris se buscaba al nuevo hombre en cuya mochila no era difícil encontrar nuevas propuestas/exigencias intergeneracionales, antiautoritarias, de liberación sexual, de denuncia de la doble moral en las costumbres. Nada de esto se buscaba en el 14-M porque sus protagonistas eran hijos y nietos de las generaciones que pusieron en valor el legado de Mayo del 68.
En España, aquellos acontecimientos se vivieron (y sufrieron) acorde con la atmósfera irrespirable que provocaba el fascismo de Franco. La brutal represión que se ejercía sobre todo lo que se moviera, nada tenía que ver con los nuevos aires que se respiraban en la capital francesa. Pese a ello, las aulas de las universidades españolas acogían, además del espíritu del Mayo de Paris, algo más básico, que afectaba dentro de Europa, sólo a España y Portugal: La lucha antifascista.
En ese contexto, brilló con luz propia, el colectivo de PNNs (Profesores No Numerarios) de las universidades españolas quienes reivindicaban un modelo de Universidad diferente al que pervivía en el franquismo. La demanda de un contrato laboral estable no suponía solamente una exigencia de estabilidad y de reconocimiento de derechos laborales, sino que se abogaba por una alternativa al sistema jerárquico, burocrático y corrupto de la universidad franquista.
Sobre sus espaldas recaía entre el 70 y el 80 por ciento, de la actividad docente propia de profesores numerarios y catedráticos, sin la remuneración correspondiente. Pese a ello, pese a su precariedad remunerativa y de seguridad laboral jamás llegaron a los salarios de miseria que hoy, de forma escandalosa, vemos en las universidades españolas, con los profesores Asociados.
La figura del profesor asociado se creó por R.D 898/1985, de 30 de Abril con el objetivo de vincular a personalidades de prestigio provenientes del mundo de la empresa o de las diferentes administraciones, cuyos conocimientos y experiencia aportaran complementariamente conocimiento a las distintas disciplinas. Con el tiempo, ésta figura se ha pervertido y, con un evidente fraude de ley, se fue incorporando como profesores asociados a personas que nada tenían que ver con el mundo de la empresa o de las administraciones. Dicho de otra manera, el 90 por ciento de los actuales profesores asociados son el "lumpen" de la Universidad española, con salarios de entre 350/550 euros (menos de la mitad de lo que cobraban sus antecesores PNN) con cargas lectivas y responsabilidades docentes ilegales soportan el peso de la formación universitaria.
¿Por qué un número tan importante de trabajadores de la enseñanza universitaria son capaces de mantenerse en silencio y no salir a la calle? ¿Por qué aquellos antiguos PNN, hoy catedráticos, decanos, rectores, vice-rectores utilizan el principio de jerarquía y antigüedad que denostaban en los 70, para mantener un "profesorado asociado" proletarizado?... ¿Será verdad que contra Franco vivíamos mejor y que por ello, Mayo del 68 fue un espejismo en la España Una, Grande y Libre?
Siempre me incomodó el formar parte de éste colectivo durante casi 20 años. Económicamente no lo necesitaba. Mi salario como funcionario del Cuerpo Superior de la Administración del Estado era digno, mientras la de mis compañeros asociados era y es de vergüenza. Sólo mi vocación docente y mi "necesidad" de contacto con la juventud universitaria (frustrada a mediados de los 70) me mantuvo vinculado a la universidad hasta mi jubilación, pero no olvido a mis compañeros y compañeras asociados que siguen pasándolo mal, pero que no reaccionan, víctimas también de la enfermedad de los nuevos tiempos: La inmovilización y los debates estériles..."los portavoces y las portavozas" (¿les suena?).
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