UN MUNDO AL REVÉS
Últimamente, cuando nos levantamos de la cama y nos disponemos a tomar el desayuno leyendo la prensa diaria y/o escuchamos los noticieros de los distintos medios de comunicación, nos encontramos, cada vez con más frecuencia, con noticias que hieren profundamente la sensibilidad de nuestros sentimientos. Si a esto, aunque en otro plano subjetivo, le unimos el estupor que nos causan las ocurrencias, por no decir barbaridades, con que nos obsequian, también de forma generosa, la clase política dirigente, nos provoca un efecto avalancha depresivo en nuestro estado de ánimo que, de no hacer un titánico esfuerzo para superarse, nos induciría inexorablemente a volver a la cama y entregarnos al imaginario mundo de los sueños.
Obviando los sucesos más tristes que conmueven a la sociedad en general por no es objeto de este escrito mentar, y entrando en el campo político, nos podemos encontrar con situaciones para todos los gustos: desde aquellas que provocan nuestra hilaridad hasta otras que provocan indignación. Desde las lenguaraces peroratas de algunas diletantes políticas de nuevo cuño, dando patadas al diccionario de la RAE, cosa que ya viene sucediendo desde los tiempos de Bibiana Aído, a la sazón Ministra de Igualdad del entonces Gobierno de Zapatero, cuando, sin sentir la más mínima vergüenza, acuñó aquella estupidez de "miembros y miembras", curiosamente premiada por sus ocurrencias, al cese de su cargo, con la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III (manda huevos como diría Trillo), hasta la reciente expresión de "portavoza", ya anticipada, por cierto, en una de las parodias protagonizadas por José Mota en el año 2016, y reivindicada ahora por la antigua militante del Partido Comunista de España Irene Montero, quien, convicciones aparte, migró hacia Podemos para buscarse un mejor futuro político, pasando por una larga sucesión de procaces declaraciones, propuestas, comentarios, etcétera, en una alucinante carrera que parece conducir a determinar quién es el más tonto de la clase, tendríamos suficiente tela que cortar como para vestir a medio país.
Ya en el más estricto ámbito local, centrándonos en el Ayuntamiento de Oviedo, en el que desde el 13 de junio de 2016 una carambola política entregó el mando al PSOE, controlado por los advenedizos de Somos y los viejos zorros de IU, al mando del redivivo Sánchez Ramos, formando un abigarrado partido, venimos padeciendo una especie de ataxia política que, con harta frecuencia, nos proporciona las más variopintas sorpresas. Un tripartito "contra naturam", dicho en "lato sensu", que con continuas luchas intestinas, escenificadas por las fuertes desavenencias entre sus líderes, nos está llevando de polémica en polémica, ante el pasmo de los sufridos contribuyentes que ostentamos la ciudadanía de la capital del Principado. La última, la de la sustitución de las farolas "gabinianas" de cinco brazos, alegando discutibles razones de seguridad (en el diario de LA NUEVA ESPAÑA del pasado sábado, día 10 de febrero, página 3, se publican cuatro fotografías con aparentes daños que pretenden extrapolar a las aproximadamente 1100 unidades que están instaladas), cuando lo que en realidad se manifiesta es un absoluto estado de abandono en el normal mantenimiento que requiere esta instalación, es de notable alto. La medida anunciada, que por cierto está levantando ampollas entre la inmensa mayoría de vecinos y comerciantes, para la que estiman un coste total de unos 7 millones de euros, es absolutamente desproporcionada y constituye un despilfarro, uno más de los que nos tiene acostumbrados este triste Consistorio, que mermará las arcas municipales en detrimento de otras necesidades de mayor prioridad.
En fin, a pesar de los desafueros y despropósitos que nos deparan el día a día, dándonos la sensación de que vivimos en un mundo al revés, dado que estamos en tiempo de Carnaval, merece la pena descargar temporalmente la tensión concediendo un poco de sosiego al espíritu y alguna satisfacción al cuerpo. Después, como las alegrías no suelen ser duraderas, ya vendrá alguien que se encargue de volver a ponernos los pies en la tierra; pero, mientras tanto, a disfrutar que es muy sano.
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