Adiós a un gran artista
Aunque quizá desconocido para muchos, era una persona muy singular, con una imaginación prodigiosa y un dominio magistral de su profesión de orfebre, la cual dignificó aún más elevándola al nivel del arte. Se había iniciado en este oficio en la niñez, en el taller que regentaban sus padres en la céntrica plaza de América de Oviedo, donde adquirió una gran formación, llegando a improvisar técnicas y utilizando medios increíblemente imaginativos, ingeniosos, tendentes a alcanzar una mayor eficiencia y calidad en su amplia y dilatada obra, como orfebre profesional.
Particularmente para mí y para muchos otros, era "Miguel el joyero" (Miguel Ángel Reigada Reche), una persona muy especial. Siempre me decía: “a ver cuando me llamas cuando vengas a Oviedo”. Realmente y por desgracia, últimamente no fueron demasiados los encuentros, pero siempre lo tenía en mente, pues también era conocedor de muchas de las vicisitudes que le acontecían. He disfrutado de su compañía en multitud de ocasiones a lo largo de su vida: de pesca, de rutas de montaña, de vinos, de sobremesas... Los que tuvimos la suerte de conocerlo en profundidad, sabemos de muchas de sus facetas, pues además era un gran emprendedor y gustaba de realizar muy distintas iniciativas, tremendamente dispares. Aún recuerdo una muy en particular de hace más de 25 años, que consistía en el proyecto de una instalación en la antigua cetárea de Tapia de Casariego, en el lugar en que hoy en día se ubica la piscina pública de agua salada en el paseo marítimo, cerca de la playa de esta localidad.
Particularmente, me siento muy congratulado por haber contado con su sincera amistad, al igual que toda mi familia, ya desde hace muchos años y me siento enormemente triste por la irreparable pérdida que supone su repentino fallecimiento.
Sí, él era un joyero profesional que manejaba esa disciplina como pocos quizá. Realizó obras inverosímiles, únicas, muy ingeniosas, alguna de las cuales fueron para mí familia y las encuentro sencillamente maravillosas. Era capaz de ejecutar cualquier obra que se propusiera o saliera de su mente prodigiosa, podía alcanzar límites insospechados.
Precisamente, acababa de regresar de una feria de joyería de Madrid, a la cual asistía con relativa frecuencia. En alguna ocasión me lo había dicho y entonces, le hice saber que mis/sus joyas estaban a su entera disposición, si las quería llevar, adonde él quisiera. Pero no, él era una persona que no quería molestar, estaba sobrado de imaginación, destreza y experiencia y aunque quizás algunas de nuestras piezas fueran únicas, él prefería no pedir nada a nadie, aunque tuviera la mayor confianza para ello. Era así, tremendamente discreto, sencillo, sincero, decíamos que se parecía al Guadiana, por sus muy gratas apariciones por sorpresa y sin enterarnos de que se iba, pero siempre, siempre, muy amigo de sus amigos. Nunca faltaba a las citas, procuraba asistir a cualquier encuentro por dificultoso que le resultara. Era una persona muy especial, cariñosa, entrañable, imposible de olvidar.
Otro tremendo zarpazo que nos da esta efímera existencia, que nos hace recordar que aún sintiéndonos jóvenes, no somos inmortales y que debemos esforzarnos en aprovechar y disfrutar todo lo posible de las personas que nos rodean, mientras aún estamos a tiempo.
Amigo Miguel, hasta siempre. Allá donde estés y si por ahí lo encuentras, dale un fuerte abrazo a ese amigo común al que no hace mucho tiempo despedimos en compañía y al cual también emulaste con gran discreción: al irte sin despedirte.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

