Acoso en la entrada del HUCA
Desde que se abrió el nuevo HUCA forma parte de su paisaje la presencia de uno o varios vendedores disfrazados de otra cosa en la entrada principal de consultas externas, la más transitada del hospital.
Como enfermo crónico de cáncer de pulmón, cada vez que tengo una revisión, TAC, sesión de radio o de quimio debo pasar entre ellos y nunca he entendido por qué les permiten estar allí manteniendo el negocio (nunca he visto mendigos sentados en el suelo pidiendo, por ejemplo).
Otra cosa muy distinta es el puesto de Cruz Roja que hay al entrar, o a veces de cuestaciones para el cáncer y otras campañas destinadas a temas directamente relacionados con la salud. Son amables, si quieres das, y si no, no das.
Pero como las cosas si no las atajas van a más, hoy al ir a hacer otro TAC –maldita la gracia– había en la entrada tres señores, con pegatinas de CC OO, recogiendo firmas por la subida de las pensiones. Desde luego es un lugar idóneo para ello, aunque no venga al caso y también sea idóneo para mendigar, como dije.
Sería tan sólo una vez más, pero esta vez, al decirle que no amablemente al que me tocó en suerte, éste dice “no pasa nada” y añade en voz bien alta para que le oigan todos los que están entrando: “¡Otro que está contento con las pensiones!”.
Como, evidentemente y mayormente, los que vamos al hospital no vamos para enfrentarnos con nadie sobrado de energías, ni con sus compañeros, opté por callar y buscar al personal de seguridad que suelo ver ya una vez dentro, sin que pudiera localizar esta vez a nadie.
Una vez hecho el TAC y de vuelta al trabajo –en La Felguera–, me recomía el no haberle dicho nada a ese señor, incluida mi opinión de invertir los millones de los sindicatos en la caja de pensiones.
Y desde luego reitero mi total negación a tener que explicar a esta gente el porqué firmo o dejo de firmar cualquier papel que me pongan delante. Después de todo, como dice la canción: “A ti te encontré en la calle”.
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