El plan de Cherines
Ya hace casi 40 años. Hoy, igual que ayer, algunos dicen que no está el horno para bollos. Como si negarse a igualar los derechos de todos los asturianos pudiera salvar la minería, los astilleros, el campo, las térmicas, los altos hornos, la química, la flota pesquera o tantas cosas que ya no son o que están a punto de desaparecer. Como si estos casi 40 años sin cooficialidad, estos casi 40 años de hacer cosas más urgentes, hubieran servido para asegurar la supervivencia de Asturies, de su economía y sus gentes.
Hace unos días, Cherines y su PP organizaron lo que ellos mismos bautizaron como "seminario" sobre todo lo malo que nos iba a deparar la declaración de cooficialidad de la llingua asturiana. Pudiera parecer, tras lo que acabó siendo una charla de chigre, que el verbo "chiscar" se dispone a disparar contra un Policía Nacional o que los derechos de unos cuantos sólo pueden ejercerse si nadie vuelve a pronunciar jamás la palabra "tendal".
No me asustan esas cosas. La tontería camina desnuda por mitad de la calle para que todos la vean. Lo que más me preocupa es el nacionalismo feroz y excluyente de Cherines cuando establece que existen grados de asturianía y ella los posee en su calidad más alta. Pero más me preocupa que, como prueba de tal asturianía, diga que va todos los días a Madrid clamando que hay que hacer algo y rápido por Asturies.
Ése, y no otro, es el nudo que ata todos los males de nuestra comunidad autónoma. No es la llingua, no. No son las infraestructuras, no. Son los políticos que jamás la vieron como tal, como comunidad humana. Son los políticos que no tienen más plan que ir a Madrid, la mano estirada y las palmas mirando al cielo, para pedir por caridad que alguien haga algo porque ellos no pueden, ellos no saben, ellos no quieren.
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