LA REBELIÓN DE LOS MAYORES
Abordar el futuro de las pensiones, además de ser urgente, es obligado. Desde hace una década la inquietud de la sociedad por el futuro del sistema público de prestaciones a los pensionistas ha ido creciendo, sin otras respuesta que frases genéricas de tranquilidad y una repetida alusión a sistemas privados que, siendo útiles y respetables, no ofrecen la plena garantía ni son justas para trabajadores que han pasado toda la vida contribuyendo a esa hucha hoy agotada.
Las calles de muchas ciudades de España el pasado jueves se llenaron de jubilados clamando por una pensión digna. Nadie había previsto semejante éxito de convocatoria por parte de un colectivo ciertamente masivo y, sin embargo, no demasiado habituado a la protesta callejera.
Mas conviene tomarse en serio la dimensión política de esta marea ciudadana que a partir de ahora, muy probablemente, seguirá echándose a la calle para mantener sus reivindicaciones. El pasado día 22, miles de ciudadanos -la mayoría mayores, pero también de otras edades- se manifestaron en una treintena de ciudades para reclamar "una subida digna por encima del 0,25 por ciento. En Oviedo, cerca de 5.000 personas se concentraron ante la Junta General, después de recorrer varias calles de la ciudad, para protestar por esa "subida miserable" y para hacer un llamamiento a toda la sociedad; el problema de hoy puede ser mucho más grave en el futuro.
Si semanas atrás fue Celia Villalobos quien patinó con unas cuantas frases sin ningún rigor político para la historia de las pensiones, es ahora el mismísimo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien puso en tela de juicio el sostenimiento de nuestro sistema público de pensiones con las manifestaciones vertidas hace unos días, sugiriéndonos a los ciudadanos que contratemos planes de pensiones privados para complementar las públicas en un futuro. Además de una clara irresponsabilidad política supone una solapada forma de favorecer a las entidades de previsión social privadas y multinacionales financieras.
Por ello, pedimos, o mejor, exigimos a nuestros representantes políticos, que han de velar por los intereses generales, que no lancen globos sonda, que no utilicen el tema de las pensiones con fines, que ello no hace más que alimentar la confusión y la zozobra entre la ciudadanía. Es el ámbito del Pacto de Toledo donde se debe tratar el tema, por supuesto.
Asimismo, basta ya de dar bandazos poniendo parches para hacer frente a las pagas extras en los últimos años. Y, sobre todo, la desvinculación de la revalorización anual de las pensiones al IPC para aplicar un ridículo 0,25% por quinto año consecutivo, con la importante pérdida de poder adquisitivo que ello está suponiendo a todo el colectivo pensionista.
Como final, no estaría sobrado que para inspirar las líneas de reforma, además de encargar informes (como el de la "Comisión Lagares", de febrero de 2014), miráramos lo que hicieron en Alemania hace una década y lo que ya han empezando a realizar los franceses.
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