El Pino
Este pueblo allerano es otro lugar pintoresco y hermoso, también con su historia y tradiciones. Así se puede decir que ha sido absorbido por Felechosa, o bien El Pino buscó esa absorción al ir extendiéndose hacia arriba hasta llegar a las casas de Felechosa. Sí, hoy se puede decir que ambos pueblos forman ya uno solo. Otro caso parecido lo tenemos también en Aller. Y es que con la construcción de un bloque de viviendas en Sotiello, y el geriátrico allí igualmente ubicado, se puede decir que Moreda y Caborana son ya una única población.
En la parroquia de San Félix de El Pino nació un ilustre y olvidado allerano, don Valentín de Lillo y Hevia, cura de Vega, el 8 de enero de 1866, y en ella, prácticamente, se puede decir que discurrió toda su vida sacerdotal, que fue un ejemplo de caridad y amor al prójimo, dándose por entero a los demás, sobre todo a los indigentes y necesitados. Del cura de Vega nos vamos a ocupar aquí próximamente, a ver si por fin se rompe ese “hielo oficial” que impide perpetuar su recuerdo de alguna manera en Aller. Porque de bien nacidos es ser agradecidos.
Aunque no era natural de El Pino, otro ilustre hijo de este pueblín, fue don Santiago Megido, que llegó a ser coronel castrense de la Armada española. Conocimos y tratamos a don Santiago Megido, que era la elocuencia personificada y un ameno narrador de las cosas de la mar y de los hombres que en ella servían a España. Obligada cita de don Aquilino, el señor de La Torre, casona con su historia local, al igual como la conocida como El Patio. Jaime, un gran paisano que conocimos en 1950, sabía de esa historia un rato largo. Obligado es recordar también a Ovidio de Lillo, sobrino del cura de Vega, otra gran persona, culta, servicial y bondadosa, que guardaba periódicos y revistas del año catapún. Fue un asiduo colaborador del semanario mierense “Comarca”, y mandaba sus textos con el seudónimo de “Gustavo del Valle”. Ovidio era un digno sobrino de don Valentín, coyuntura que se hizo que le apreciara también a él, aprecio que era mutuo. Mucho hemos conversado los dos en su casa de El Pino, y siempre terminábamos recordando a su tío don Valentín, lo que fue y lo que no se le quiso recordar. ¿Por qué? La respuesta se la dejamos a aquellos ediles que ya son historia.
El Pino es otra grata andadura del medio rural allerano.
Ricardo Luis Arias
Aller
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