Jubilaciones
Siempre a primeros de año, pero especialmente en los últimos seis o siete, aparece el “espantapájaros” de las jubilaciones. Nunca nadie nos advirtió cuando los actuales pensionistas éramos contribuyentes al sistema, especialmente a los más antiguos, que nuestra paga de jubilación no tendría carácter de “valor permanente”, en román paladino, que no se acoplaría de forma automática al coste cambiante de la vida, es decir, a lo que llaman inflación. Crearon el show del Pacto de Toledo para garantizarlo, pero la garantía duró poco, y, aun así, el incompetente señor Hernando, portavoz en el Congreso del partido que gobierna, nos asegura de nuevo que hemos ganado poder adquisitivo. Cómo es posible que el partido del Gobierno tenga como portavoz en el Congreso a un individuo de “catadura tan insolvente”. Por ignorante o tramposo, o peor aún por ambas cosas, a mi juicio no debería volver a poner los pies en el Parlamento.
Todas las fuerzas políticas deberían de una vez aceptar que las pensiones (derecho irrenunciable, pues no es un regalo, las hemos comprado) se pagan con dinero, y nada más, poco importa su apellido contable. El “copyright” de esta idea es de alguien con “autoridad” en el tema, el señor Fidalgo, antiguo secretario de CC OO, y estoy completamente de acuerdo con él. ¿Acaso las carreteras se pagan con las multas de tráfico?
Sabemos que los gastos del Estado son enormes, pero hay muchos ineficaces e incluso inmorales que se pueden y deben reducir, y haciéndolo sería menos impactante cumplir con los viejecitos conforme a derecho. Si se terminara con los aeropuertos sin aviones, los túneles sin servicio, los Niemeyers por todo el país sin aportar nada nuevo, la sinrazón de que disminuyendo la población aumenten los funcionarios (sobre todo los de ventanilla y mesa), la financiación de partidos y sindicatos, las mordidas que no pagan los empresarios sino los contribuyentes, etcétera, no faltaría dinero. Piensen sólo que un concejal de Cultura u Obras de un pequeño pueblo puede triplicar el sueldo de un médico que nos puede cambiar el corazón.
¿Por qué ocurre esto? Porque los políticos son los únicos “obreros” que tienen capacidad para ponerse el sueldo a sí mismos. Siguiendo esa senda aparecería dinero para nosotros los viejos y poco nos importaría dónde lo contabilizaran.
Nota para el Ministerio de Trabajo: Por favor, mientras sigamos como ahora no nos envíen la carta que lo anuncia, pues es ofensiva y somos viejos pero no tontos.
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