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Antonio García-Trevijano: in memoriam

3 de Marzo del 2018 - Fernando Andrés Villamil Chamarro (Oviedo)

Ha fallecido don Antonio García-Trevijano Forte. Quien quiera podrá acudir a sus libros, a sus artículos de prensa, a Youtube, a sus entradas en su blog de internet, etc...; y allí descubrirá su biografía, conocerá y aprenderá su pensamiento y, con toda seguridad, se verá abrumado por tan extensa vida y fértil producción intelectual y descubrirá que, realmente, fue un hombre de acción, como él se consideraba. Afortunadamente, ahora su vida, obra y pensamiento, gracias a la era digital, es más pública y accesible. Incluso estos días los periódicos se hacen eco de su fallecimiento y esbozan algo de su persona y su obra. Algunos propietarios de esos medios se alegrarán, porque fue un látigo para ellos. Un látigo tan merecido como honrado, leal y veraz.

Conocerá su lucha activa contra la dictadura, en sus primeros años; y su lucha contra el Estado de partidos; conocerá cómo le traicionaron y difamaron los que hoy, para los oligarcas de siempre y los indolentes ciudadanos, miedosos y cobardes, siguen siendo los referentes morales de la Transición (desde don Juan Carlos a Santiago Carrillo, pasando por Felipe González y Manuel Fraga). La indecencia y la inmoralidad no tienen banderías.

Y sabrá de los que honraron su amistad y reconocieron su obra y su lucha, desde don Juan de Borbón a Marcelino Camacho. Porque la dignidad y la honradez, tampoco conocen de ideologías ni de sangres azules o rojas.

Don Antonio García-Trevijano siempre hablaba de la verdad, a la cual fue leal en todo momento. Y su único fin era la libertad. La libertad colectiva. Porque, por puro “egoísmo”, como él decía, sabía que sólo podría ser libre cuando todos lo fuéramos.

En las ocasiones en que pude coincidir con él, en Pamplona, en Zaragoza o en Oviedo, demostraba una actitud arrolladora, vibraba con la juventud que le acompañaba y en la que tenía depositada todas las esperanzas de la sociedad y de España. Era más que historia viva del siglo XX. Era un actor de esa historia de España, con nivel de protagonista de primer orden (quien lo dude sólo tiene que saber que en varios Consejos de Ministros del franquismo se habló de –hasta se organizó– su asesinato). Comparando las biografías de muchos reconocidos personajes de la historia con la de don Antonio, sólo se puede concluir que, mientras el resto sólo tienen una suma de anécdotas vitales, Trevijano tiene una biografía, de principio a fin, marcada por el ideal de conquistar la libertad colectiva para España, de la conquista de una democracia para nuestro país.

Cuando se agravó el problema de Cataluña, don Antonio giró la mirada hacia el norte de España, hacia Asturias. La Asturias de sus amigos Gerardo Iglesias y su leal Fernández Rañada, el arquitecto profesional de aquellos tiempos de transición de la miseria de la dictadura a la miseria del Estado de partidos. El Movimiento Ciudadano hacia la República Constitucional (MCRC) de Asturias, junto con otras asociaciones culturales, organizó sendos actos en Gijón y en Oviedo, con gran afluencia de público en todos ellos.

Y allí estaba este que hoy escribe estas líneas, ayudando en la medida de las posibilidades a organizar el acto: pegar carteles, difusión por las redes sociales. ¡Trevijano estaba en Asturias! Nadie se lo debiera perder. Nadie comprometido con la causa de la libertad, obviamente. Y fuimos muchos. Y allí, don Antonio habló de su propuesta de marchar a Barcelona, desde todos los puntos de España, para que supieran los nacionalistas que no les teníamos miedo, que España era una nación hecha y derecha y que sólo por las armas podrían separarnos de ella.

Con la humildad que da saberse cerca de una fuerza de la naturaleza, me acerqué a don Antonio, cuando terminó el acto, para que me firmara un libro y, junto con otros repúblicos, darle unos obsequios. Y después de casi quince años sin vernos, me reconoció. “¡Claro, Fernando, de Asturias! ¡Cómo no me voy a acordar de ti!”.

Hoy Alberto Franceschi, el repúblico venezolano que más está haciendo por la libertad en Venezuela, sin ninguna duda, dio en el clavo cuando ha dicho: “Nos ha dejado armados”. Nos ha dado armas intelectuales y de acción, pero, sobre todo, nos ha dado fuerza moral. Esa que no se puede arrebatar nunca.

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