El fútbol y el dinero, poderosos caballeros
Qué el fútbol en nuestro país y algún otro parece que es el motor y eje central de la vida de sus gentes, algunos ya lo sospechábamos hace tiempo, pero nos lo acaban de confirmar hechos como el reciente fallecimiento del futbolista Quini (q.e.p.d.).
Ante situaciones como esta, yo no se si soy una especie de bicho raro, o si por el contrario, es qué la sociedad de nuestro tiempo, harta y desencantada de tantas otras cosas como ve y le ocurren, en lugar de aceptar la realidad, prefiere verla reflejada en espejos cóncavos y convexos que le extorsionen la imagen de lo que tiene delante y ve, o que, diablos es lo que pasa.
Don Enrique Castro (Quini) parece ser que además de un buen futbolista, fue una buena persona, y que después de unos años de gloria profesional, la adversidad se cebó con él hasta el punto de hacerle pasar por una grave enfermedad, y cuando creía haberla superado, fallecer de muerte repentina o inesperada, a una edad relativamente temprana si se compara con la que por suerte alcanzamos muchos de los que estamos quince y más años por encima de su edad.
Dicho lo anterior, y con todo respeto tanto a hacia él como a su familia, quiero decir: que buenas personas y maestras en su oficio o profesión, fallecen a diario, incluso algunos/as que se han dejado las cejas sobre los libros y los codos sobre las mesas de sus despachos o estudios, con el fin de encontrar soluciones a los males continuos y eternos de la humanidad. Otros madrugaron o hicieron turnos de noche en quirófanos de hospital, en acerías de la industria siderúrgica, en los pozos mineros, jugándose la vida colocando y haciendo explosionar los barrenos o dinamita que facilitara el avance de las galerías por donde poder extraer el negro y polvoriento carbón que otros arrancaban y que poco a poco a unos y otros, tupía sus pulmones. Qué decir también de quienes se jugaban la vida en la mar luchando contra las olas bravas y altas como montañas en días de temporal, o del albañil que se encaramaba en pleno invierno en el andamio del edificio de varias plantas. Y así todo un sin fin de profesiones penosas y pagadas a años luz por debajo de lo que cobran quienes se dedican a dar patadas a un balón. Todas esas gentes, fallecen más pronto que tarde, consecuencia de sus malas condiciones de trabajo, y ese día, vemos como mucho, en el periódico su esquela, sus familiares, amigos y vecinos les dan su último adiós, y de ahí no pasa. Yo, que ante situaciones como esta, me siento un bicho raro, no alcanzo a entender, que día tras día, la prensa y medios de comunicación en general, estén dedicando gran parte de sus espacios a repetir una y otra vez, lo que de grande (según ellos) tuvo este señor. Reitero nuevamente, todo mi respeto hacia él y su familia, y mi deseo de que descanse en paz, pero creo que si él era tal como quienes lo conocieron y trataron dicen que era, creo que él estaría más de acuerdo conmigo que con tanto adulador de vía estrecha como según mi opinión, lo están encumbrando hasta el hartazgo y posiblemente muy por encima de lo que él habría deseado.
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