Más sobre "La verbena de la Paloma"
Comenzaré por manifestarme totalmente de acuerdo con las acertadas y precisas opiniones de doña Elena Fernández-Pello y don Julio Valdeón sobre la representación de “La verbena de la Paloma, pensión completa” en el teatro Campoamor, los días 15 y 16 de este mes, publicadas en este periódico.
Parece que en Oviedo “La verbena de la Paloma” siempre se desvirtúa para mal. Recuerdo que el 11 de mayo de 2013 publicó LA NUEVA ESPAÑA una carta mía que encabezaba así: “Pero... era ‘¿La verbena de la Paloma?’”, y hoy, cinco años después, vuelvo a hacerme la misma pregunta. En aquella ocasión, “Una noche en la verbena de la Paloma”, salvo la música, igual que ahora, no quedó títere con cabeza. Y al ver esta nueva versión volví a revivir el desagrado que me produce la innecesaria alteración de una de las más castizas obras de nuestro repertorio lírico, convertida en un esperpento con el alegato de justificar que es “un modesto homenaje en clave contemporánea”. Si en la actualidad no hay en nuestras calles “apenas boticas, buñolerías o almacenes de vinos”, propios de épocas pretéritas, escriban zarzuelas con argumentos actuales, con libretos y música propia, y no pretendan ser originales a costa de aprovechar y estropear una de las obras más famosas del género chico, para ridiculizar situaciones totalmente fuera del contexto del libreto de Ricardo de la Vega.
Cada costa tiene su lugar en el tiempo. No es lo mismo “parar en Villalpando” que jugar a poner en escena una ridícula versión de “La verbena de la Paloma”, compuesta por dos grandes maestros, Tomás Bretón y Ricardo de la Vega, estrenada también en febrero en 1894.
Si la organización del festival lírico ovetense pretende acercar la zarzuela al público descontextualizando obras clásicas, que piense que los experimentos... mejor con gaseosa.
Esperemos que la anunciada fusión del Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela en una fundación, con la finalidad de constituir “la gran institución lírica española”, sirva para potenciar como se merece nuestro teatro lírico y no para ridiculizarlo aprovechándose de él, como en este caso.
Ésta es mi modesta opinión, sé que sobre gustos no hay nada escrito y que el público de cada sesión reacciona de forma diferente ante la misma representación. Yo fui a la segunda.
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